Presente

Julián- 18 años.

Alba- 16 años, a un mes de cumplir los 17

Alba

El constante pitido de mi despertador me despierta de mi sueño sin sueños, haciéndome saber que son las 4 de la mañana y que es hora de dirigirme al entrenamiento con los Beta y Gamma de la Manada Eclipse. Es extraño lo mucho que Alfa Bernal y Luna Julia han invertido en una don nadie Omega de otra manada. Nunca me molesto en cuestionarlos, no recuerdo nada de mi antigua vida, y ellos me tratan como si fuera suya.

¿De qué tengo que quejarme? Se han asegurado de que tenga todo lo que pueda necesitar o desear. Los Beta y los Gamma me entrenan personalmente a diario; ningún otro Omega tiene la suerte de recibir ese tipo de entrenamiento individual. Tengo una habitación preciosa en la que se gastaron miles de dólares para rehacerla, a pesar de que les expliqué que no era necesario, y yo estaba más que contenta con la habitación tal y como estaba cuando me mudé.

Insistieron en que fuera perfecta y exactamente como yo deseaba. Tengo un cuarto de baño enorme con ducha de efecto lluvia, una bañera grande con patas de garra y un pequeño sauna también en el cuarto de baño. Junto al cuarto de baño había un vestidor de tamaño decente. La mayor parte de mi vestuario consistía en pantalones de chándal, camisetas y zapatillas de deporte.

No es que no quisiera de esas prendas bonitas y elegantes que llevan otras chicas de mi colegio o que la Luna dijera que no. Ella y el Alfa nunca me han negado nada de lo que he querido antes, pero sabía que una persona le daría un ataque absoluto.

Julián Guardia es mi mayor enemigo y un paranoico controlador. Sobre todo cuando se trata de mí. Me tiene manía desde el día en que sus padres me trajeron a casa. Su comportamiento controlador hacia mí empezó de a poco. Primero, no me dejaba acercarme ni a él ni a sus amigos. Sin embargo, en pocas semanas, se había intensificado más allá de lo que mi yo de doce años podía comprender.

Después, no se me permitió entrenar, lo cual no importaba; nunca entrenaría con la manada por orden del Alfa. Empecé a entrenar con Beta, Gamma, Luna y, de vez en cuando, con el Alfa en el gimnasio privado insonorizado que habían construido para mí. Antes de que me diera cuenta, no me dejaban entrar en la piscina y él elegía mi ropa. No se me permite mirarle a los ojos.

Estoy segura de que es por él por lo que todo el instituto Gobernador me trata como a una leprosa; estoy en su lista negra. Me odiaba antes de que le dijera una palabra, y no tengo ni idea de por qué. Pero nadie irá contra él ni contra su lobo Blaze. Julián no se parece en nada a su padre ni a su madre; es colérico y peligroso. Un guerrero experto y el futuro de la manada en la que vivo.

En cuanto ocupe su puesto como Alfa, sé que me quedaré con el culo al aire. Por suerte, me he estado preparando para ese día: tengo notas excelentes, sé codificar y ahorro cada céntimo que gano. He creado un pequeño nido para escapar de este lugar una vez llegue mi lobo y cumpla dieciocho años. Me encantan el Alfa y Luna, pero nunca sobreviviré con Julián como Alfa.

Me pongo distraídamente la ropa que he cogido al azar del armario, intento dejar de pensar en Julián Guardia y disfruto de mi último día de este verano. Julián ha estado fuera en el entrenamiento de Alfa durante todas las vacaciones y nunca había sentido tanta paz interior. Con él y sus compinches fuera, he empezado a sentir la confianza que no tenia desde hace tiempo.

Sin Julián, empiezo a salir de mi caparazón y a comportarme como antes. Me olvidé mucho de mí misma intentando hacer más fácil la adaptación de Julián a mi presencia aquí, pero a la m****a con eso. He decidido que no voy a permitir que siga controlando mi vida.

Me recojo el pelo en una coleta y salgo del baño, llevando mi nueva determinación a mi gimnasio privado para descargar mis frustraciones en las pobres y desprevenidas Beta y Gamma.

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Después de desayunar rápidamente en la encimera de la cocina, meto el plato sucio en el lavavajillas vacío antes de coger la novela de Elisabeth Benavent que me he traído de la encimera y salir de la habitación. Atravieso la puerta batiente y entro en el comedor que conduce al salón principal. Al pasar junto al estudio, oigo susurros demasiado bajos para distinguirlos, pero los olores que desprende la habitación me indican quién está dentro.

Como no quiero que el Alfa y Luna piensen que estoy espiando, me escabullo por el pasillo y salgo por la puerta principal inhalando la limpieza del aire fresco que me rodea y dando gracias por ello. Mis botas rozan el pavimento del camino de entrada mientras mis pies se dirigen sin pensar en la misma dirección que han seguido todos los días durante los últimos tres meses.

Al salir de la acera y pisar la hierba húmeda de media mañana, mis botas se hundieron ligeramente en la suave tierra. Sin pensarlo, dejé que mi cuerpo me llevara a un lugar que poco a poco se ha convertido en mi favorito durante el verano. Con la marcha de Julián, me he sentido lo bastante segura como para aventurarme a volver después de haberme mantenido alejada durante años. A medida que me abro paso por el bosque, los palos y las hojas crujen bajo mis pies a medida que me alejo de la casa de la manada.

Cuanto más camino por el tranquilo bosque, disfrutando de los sutiles gorjeos de los pájaros posados en lo alto de los árboles o del correteo de las ardillas entre las ramas persiguiéndose unas a otras, mi mente se traslada a la primera vez que vine a este lugar.

*******FLASHBACK*********

Dos semanas después de la llegada de Alba.

Después de esperar dos largas semanas en las que sólo se me permitía deambular por la casa de la manada sin nada más que hacer, Luna Julia y Alfa Bernal determinaron que ya había tenido tiempo suficiente para adaptarme, y por fin había llegado el momento de ver la ciudad y conocer a otros niños de mi edad antes de empezar el colegio. Gracias a Dios, también, porque estaba a punto de volverme loca mirando las mismas cuatro paredes a mi alrededor.

Al menos había sido lo bastante lista como para evitar a Julián la mayoría de los días excepto para cenar, así que al menos tenía eso a mí favor hasta que Luna Julia me enseñara el pueblo. La diosa ayudó a la mujer, pero me llevó hasta Julián y sus amigos. Mientras me presenta a los chicos que rondan a su hijo, el Alfa de al lado me fulmina con la mirada.

En cuanto pude apartarla, lo hice, pero no después de cinco insoportables minutos de incómodas cortesías. Era insoportable intentar no mirar a Julián, sabiendo todo el odio que tenia por dentro hacia mi. Hasta que no nos alejamos, no pude respirar. Después de que Luna Julia me enseñara todos los rincones de la ciudad, me dio el visto bueno para explorarla por mi cuenta.

"Diviértete, cariño. Tienes dinero en la tarjeta por si quieres ir de tiendas", me dice Luna Julia, "y nuestros números están programados en el teléfono que te dimos. Una vez que te unas a la manada, también podrás vincular mentalmente a todos los demás". Me rodea con los brazos; siendo alta para mi edad, sólo mido unos centímetros menos que ella, así que mi pelo tira incómodamente de sus pendientes cuando nos separamos la una de la otra.

"Volveré a tiempo para la cena", digo antes de alejarme y caminar de vuelta hacia la casa de la manada. He visto un pequeño sendero en el bosque al final del camino de entrada y me muero por explorarlo. No pierdo el tiempo y me apresuro a bajar por el sendero, con el olor a hojas que van invadiendo mi nariz de modo que todo lo demás se desvanece lentamente, incluido mi olor.

Decidida a seguir este camino hasta el final, continúo caminando hasta que el sendero se ensancha, revelando un gran campo del verde más vibrante que jamás había visto. Un pigmento que sólo podía encontrarse en la tierra sana. Pequeñas flores amarillas salpican el campo reflejándose brillantemente contra el sol de la tarde. Una suave brisa las hace mecerse.

Cuando mi pie se extiende para dar un paso más, oigo el chasquido de una ramita detrás de mí y voces apagadas que bajan por el sendero. Como no quiero que me descubran, busco un árbol con una rama baja y me subo, rozando con la piel la áspera corteza. Una vez arriba, espero a que la gente pase por debajo de mí. Cuando se acercan, oigo una voz que podría reconocer entre cien diferentes.

"Vamos", gimotea el chico rubio y pálido al que Luna Julia presentó como Eduardo, "cuéntanos más cosas sobre esa chica Alba".

"Mi madre dice que es una huérfana omega de otra manada", dice Armando si no recuerdo mal. "Me da igual quién sea", dice Eduardo, "es súper mona", Julián no dice nada mientras pasan bajo el árbol, deteniéndose para levantar la nariz al aire y olfatear, buscando su origen. Me arden los pulmones mientras el oxígeno que he estado reteniendo en ellos pide ser liberado. Sigue caminando al no encontrar lo que busca.

"Vamos, Julián", dice Eduardo, "háblame de ella para que pueda hacer mi jugada antes de que los otros chicos de la manada lo intenten. ¿Has visto qué mona es? Imagínate lo buena que estará cuando sea mayor". Continúa, sin prestar atención a la mirada mortal de Julián. Eduardo está a punto de decir algo más cuando un ruido sordo sacude los árboles, incluido aquel en el que me encuentro, y me desequilibra un poco y me agarro al tronco con fuerza.

En el lapso que me llevó parpadear, el cuello de Eduardo en el agarre de tornillo de Julián, lo levantó lentamente del suelo, con la cara poniéndose azul por la falta de oxígeno. "No se acerquen NUNCA a Alba", dice Julián, con los ojos negros y vacíos. "No hablen con ella; no es suya para conquistarla. Si veo a alguno de ustedes hablando con ella sin permiso, desearan que los mate hoy mismo. ¿Entendido?" Julián no necesita gritar para que sus palabras asusten; su aura lo hace sola.

"¿ENTENDIDO? grita Julián, acercando la cara de Eduardo para poder oír el pequeño graznido de un "sí" de sus labios antes de dejarlo caer al suelo. Los mismos ojos negros centrados en Eduardo hace unos instantes miran ahora a Armando, esperando su asentimiento de reconocimiento a las nuevas reglas.

Dándole a Julián un pequeño gesto de asentimiento y lo empuja hacia la entrada. Armando se apresura a ayudar a Eduardo, que tose, a levantarse antes de seguir a su Alfa. No me muevo, congelada en el árbol, con los brazos alrededor del tronco mientras intento descifrar las palabras de Julián.

*******FIN FLASHBACK*********

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