Dante
Todos estábamos en alerta.
Tenía los ojos muy abiertos y mis pupilas tenían un brillo sobrenatural mientras miraba de un lado a otro, atento al más mínimo movimiento. Miré por encima del hombro y vi entrar al último hombre del grupo. Giré la cabeza de repente al oír el sonido de metal contra el suelo procedente de la cocina.
¿Qué fue eso?
En ese mismo instante, la casa se llenó de un crujido de huesos, seguido de un fuerte aullido. Un lobo de 1,90 m salió de repente de la cocina y saltó por la ventana, rompiendo el cristal sin pensarlo.
¡Maldición!
Gruñí con fuerza y en pocos segundos me transformé en un lobo adulto de 1,95 m que saltó por la misma ventana y corrió hacia el arbusto a una velocidad vertiginosa. Pronto se me unieron mis compañeros, que también se habían transformado en lobos, y perseguimos al Renegado que huía de ellos. Los doce lobos de mi lado corrieron repentinamente en direcciones opuestas al recibir un mensaje telepático suyo.
El plan era rodear al Renegado