Ambos se sentaron en la mesa de un local que vendía hamburguesas y hot dogs. Helena tenía una sonrisa y la mano sobre su mentón, observaba a los niños corriendo al lado de sus padres.
Recordó que deseaba tener hijos junto a Gabriel. Creyó que él era el amor de su vida, por lo que se imaginó un futuro junto a él. Por desgracia, le falló. Y los hijos tendrían que esperar.
Se comió una papa frita, también recordó aquella época de su niñez donde su madre la llevaba al parque de diversiones.
—¿En qué piensas? —preguntó su jefe.
—En la vida, supongo. ¿No extrañas ser un niño?
Un flash cegó a Helena y Nicolas ignoró la pregunta por lo mismo. Giró la cabeza, le habían tomado una foto juntos.
—¿Qué carajos? —soltó ella, restregando sus ojos.
—Posiblemente mañana aparecerá esa foto en Internet. Te apuesto a que el título será: Nicolás Collins teniendo una cita junto a su novia —Usó una voz dramática.
Helena se rio.
—Eso se llama invasión de privacidad. No es justo que nos tomen fotos si