Helena estaba más que sorprendida, no imaginó que sería invitada a la boda de su ex. Gabriel era un idiota, sí, pero ¿invitarla? ¿Después de todo lo que había hecho? ¿Después de su arrepentimiento?
Ella inhaló hondo.
—Me están viendo la cara de estúpida, ¿no? —se mofó, mirando a su madre—. Sin embargo, el que ríe de último, ríe mejor…
Sarai se acercó a ella y le dio un corto masaje en los hombros. Apretó los labios, pensando en lo descarado que era Gabriel al invitar a su hija a ese evento.
—Lo único rescatable es la colección que van a mostrar. Pero no creo que te haya invitado sólo por eso —expresó su madre—. Nadie te puede obligar a asistir, mucho menos esos idiotas que sólo quieren hacerte la vida imposible.
—Lo sé, mamá…
—Diana estará saltando de alegría porque se va a casar con el hombre que siempre soñó, ¿no? El mismo que te robó —murmuró, rodando los ojos—. Es que no soporto hablar de ellos. ¿Qué planeas hacer?
Sarai fue de nuevo a la cocina para terminar las empa