Días más tarde, ella no podía creer lo que ocurría con ella misma, literalmente hablando. La pobre regresó a la normalidad luego de perder el control de su cuerpo, a tal punto de que posiblemente Axel se estaría burlando de ella.
Dos días de celo, dos días en los que su cuerpo reclamaba el cuerpo de su alfa a tal punto de que estuvo tentada a pedirle que la marcara nuevamente para cerrar el lazo.
Mangos, sus preciados mangos estaban junto al nido, Axel los había puesto ahí antes de irse a resolver los problemas de la manada.
— ¡Buenos días! —gritó Liliana, entrando a la habitación, con una enorme sonrisa—. Vaya, sí que eres una omega muy necesitada, porque hasta el nido has hecho.