Cobraremos la vida del gran rey.

Al otro día en Indonesia, todo estaba vuelto de cabeza, todos los habitantes del pueblo llegaron a las afueras de dónde se lleva a cabo el funeral del rey, exigían justicia, querían hacer pagar al responsable, y exigen una guerra. Stanley lloraba sobre el ataúd de su padre, y no tenía cabeza para pensar en algo más, sin embargo; un guardia de la realeza llegó y se paró a su lado para informarle sobre lo que sucede afuera del palacio. –¡Príncipe, todo el pueblo se ha reunido afuera del castillo, ellos exigen justicia, quieren ver caer al responsable!

–Ahora no– contestó Stanley, sumido en su tristeza y dolor.

—Príncipe, sé qué no es el momento, pero si no hacemos algo esto se pondrá peor, el pueblo exigirá justicia, se puede hacer una rebelión, la responsabilidad ahora recae en usted, y si no da la cara el pueblo se puede levantar en contra de su majestad. —El rey ha muerto y usted es quien tiene que tomar las riendas.

La insistencia del hombre, irritó a Stanley, quien se volteó con la cara llena de lágrimas.

–¡Déjame en paz, sé lo que tengo que hacer, simplemente quiero estar con él, –¿no puedes entender eso? El dolor de Stanley es tanto que volvió a abrazar el ataúd, lamenta no haber protegido a su padre, ahora lo despide con un nudo en la garganta, no obstante; se ha prometido vengar a su padre.

Dos días después del entierro del rey, Stanley se armó de valor y tras una ceremonia se coronó como el nuevo rey de Indonesia.

–¡Larga vida al rey! Aclamó el pueblo a todo galillo, por legado el trono le pertenecía, nadie más podía ocupar ese lugar. Luego de la coronación y los festejos, el rey caminó hasta el puerto, una vez ahí, abordó un buque.

–¡Iremos a Estados Unidos, cobraremos la vida del gran rey. Con el corazón lleno de odio, el nuevo rey partió rumbo a las costas Estadounidenses. En ese país se debatía la inocencia del gran Rayo. Pero no en una corte sino en la casa presidencial.

Todos los miembros del gabinete se encontraba alrededor de una gran mesa y sus miradas se encontraban puestas en el proyector que mostraba un vídeo.

–¡Cómo pueden apreciar, mi auto entra al bosque, lamentablemente ahí no hay cámaras que demuestren que estuve ahí y lo que estuve haciendo, pero presten atención, esa misma cámara capta el momento en el que el auto sale. Y si hace zoom pueden ver que soy yo quien va en ese auto. Rayo no necesitó la ayuda de su abogada, Ricardo y Javier fueron los que se encargaron de encontrar esas grabaciones, y con esto se comienza a demostrar que Rayo no fue el causante del atentado en el hospital.

–¡Es cierto, es el señor Beach el que va en el asiento! Contestó el señor presidente del país.

Luego miró a todo el gabinete reunido y les dio una orden.

–¡Thiago Beach, es la única persona que puede limpiar este desastre, Indonesia nos amenazó con iniciar una guerra, si eso sucede estarás a cargo, intenta detenerla, no podemos poner el pueblo en riesgo! El presidente dejó la responsabilidad a monos de Rayo, pensó en que puede llegar a un acuerdo con los Indonesios, Stanley había hecho la amenaza públicamente, y el ejército Estadounidense se comienza a preparar, aunque lo que menos quieren es una guerra.

–¡Ve a la armada, informa mi decisión, que recluten a todos los hombres que puedan, debemos estar alerta, no sabemos cómo resultará todo esto. Asintiendo, Thiago se puso de pie y salió de la casa blanca.

Mientras tanto, Nicole y Sonia se encontraban de compras, aunque Nicole tiene algo más en mente. —¡Madre, es necesario comprar tantos suministros? Nicole vio innecesario que Sonia comprara muchos productos no perecederos.

—Hija, Richard dice que en cualquier momento se levanta una guerra. Sonia y Richard estaban enterados de todo, esto porque el ex gobernador aún continúa con un puesto en la casa blanca.

–¡Si así lo creen, qué se puede hacer! tras esas palabras, Nicole ayudó a meter las cajas al auto, y una vez que todo estaba en el auto, miró a Sonia para decirle. —¡Madre puedes adelantarte, te alcanzaré más tarde!

Minutos después, Nicole condujo hasta un edificio en el centro de la ciudad, en realidad pasó por el despacho de un abogado, en dónde recogió unos documentos, luego llamó a Thiago y lo citó para verse más tarde. Mientras que este último se encontraba en el campo militar.

Rayo hacia un recorrido junto al almirante, de pronto dos hombres se detuvieron frente a ellos.

–¡Señor Beach, le presento al teniente Erwin Benson, y el general es sobrino del teniente!.

En ese instante; Thiago estrechó la mano de ambos hombres. —¡Mucho gusto, soy Thiago Beach!

—(Rayo) contestó el general antes de decir.

—¡Soy Gael Benson y estoy a su entera disposición! Enseguida; Gael estrechó la mano del CEO, sin saber que ese día estaba conociendo a un gran hombre, o mejor dicho a un gran amigo.

—Sígame, Rayo les pidió que se reunieran, esto para discutir sobre el asunto de una posible guerra. Lo que se habló fue confidencial, aunque no todo fue secreto, ciertamente tenían que reclutar a más hombres.

Al salir de la marina, el CEO condujo hacia una cafetería, ahí quedó de verse con su amada esposa. Evidentemente; moría por ver a su esposa y se llenó de nervios al saber que se encontrará con ella, al llegar al lugar, caminó hacia su esposa quien ya había llegado.

—Nicole me da gusto verte! Rayo quiso abrazarla, pero la indiferencia de Nicole lo hizo retroceder. Por su parte, Nicole intentó no mirarlo a los ojos, si lo hacía podía caer rendida ante la mirada de su esposo. Ignorando la belleza de su esposo, sacó una carpeta y la colocó sobre la mesa junto con un bolígrafo.

–¡Thiago esto será breve, traje estos documentos, son de Casa Moda, quiero que los firmes, con esto me cederás el patrimonio que me dejó mi padre.

De inmediato, el ceño de Rayo se frunció, le pareció extraño que Nicole se encargara de ese asunto. —¿Esto lo tenía que hacer Susana?

—No… yo le pedí que no interviniera. Nicole se apresuró a contestar.

–¡Bien, si esto te deja tranquila lo firmaré, después de todo Casa Moda te pertenece! Rayo firmó a ojos cerrados, nunca desconfiaría de su esposa, ella no le ha dado motivos para hacerlo.

No obstante; mientras él firmaba, el corazón de Nicole se terminaba de quebrar en mil pedazos, la primera hoja es una fachada, y lo que realmente oculta son los documentos del divorcio.

Ella tomó una decisión apresurada, pero en realidad la movía el dolor que siente, aunque Rayo demostró su inocencia en la casa blanca, no se lo ha podido demostrar a Nicole y eso la tiene con el alma destrozada.

En cuanto Rayo firmó, le entregó de vuelta la carpeta y no la soltó hasta que pudiera decir algo.

–¡Nicole aún estoy detrás de Tania, juro que la encontraré y la obligaré a decir la verdad, Thiago no insistió más porque sabe que Nicole está enojada y sin pruebas no le creerá.

Por un minuto el silencio se apoderó del lugar, ella no contestó nada, simplemente agarró los documentos y se marchó sin decir ni una sola palabra. Mientras que Rayo apretó los puños y se quedó mirando la espalda de Nicole, desea retenerla a su lado, pero le prometió que nunca lo haría y como es un hombre de palabra lo cumplió, pero esa tarde, Rayo sintió una corazonada. Si tan solo supiera lo que está por venir, no la habría dejado ir, quizás se arrepienta de no haberlo hecho.

Una hora más tarde, la señora Beach pasó nuevamente por el despacho de su abogado y le entregó los documentos del divorcio. Solamente quedaba legalizar el documento y esperar el tiempo prudente para que esto suceda.

Lo cierto es que esa noche, Nicole no volvió a casa de su madre, ella nunca se iba sin avisar, y cerca de las diez de la noche, Sonia comenzó a preocuparse, su instinto le decía que algo no andaba bien, por esta razón llamó a Rayo para informarle sobre la ausencia de la chica.

El teléfono repicó varias veces antes de que Thiago lo contestara. Sonia no anduvo con rodeos, y enseguida le dijo sobre la desaparición de Nicole.

–¿Cómo que Nicole no aparece? Y los guardaespaldas, ¿Te comunicaste con ellos?

–¡Thiago créeme que los he llamado y no contestan, ninguno aparece, tengo un mal presentimiento de todo esto.

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