CAPITULO 5 BAJO EL FAROL

HOLLY

¿Estará bien lo que voy a hacer?

He pasado noches en vela recordando a Adam, abrazando la almohada que él ocupó, justo a mi lado y lloro cuando no puedo contenerme. He luchado mucho por no sentir, me enojo conmigo misma por extrañar a alguien que ni siquiera se acuerda de mí, ni una sola llamada, ni una sola noticia sobre él.

Intento, con todas mis fuerzas no sentirme decepcionada conmigo misma por haber caído en lo mismo, aquello que tanto desee con todas mis fuerzas no volver a pasar.

Por eso, salir con Rafael me parecía algo precipitado, pero necesario, intentar que me distrajera era lo mejor.

Hoy, doce de octubre en plena estación otoñal, será recordado en mi memoria como el día en el que al fin he tenido una cita decente.

Aunque el lugar es bastante…

—¿Un campo de tiro? —pregunté estupefacta en cuanto bajé de su auto.

—Te dije que sería una sorpresa.

—Pensé que era de broma.

Él extendió su mano hacía mí, la tomé con cautela. Nos adentramos al recibidor, había tres personas, dos hombres y una mujer, la mujer parecía ser la instructora, estaba dando toda la explicación de las precauciones.

—Eh… escucha, yo, yo estoy en contra de la violencia y… y las armas…

—Tranquila, también hice lo mismo la primera vez que vine.

—¿Por qué viniste entonces?

—Un amigo me trajo aquí hace un par de meses, dijo que estaba muy estresado y esta era una buena forma de desestres.

—Yo no estoy estresada.

Sonrió amablemente.

—Si lo estás—me contradijo.

—No, no lo estoy.

—Lo estas.

—Que no

—Si.

Iba a seguir protestando, pero la mujer se acercó a nosotras.

—¡Hola Rafael! que gusto volver a verte—dijo ella, muy emocionada, pude notar que le brillaron los ojos.

El doctor Rafael, sonrió discreto.

—¿Cómo estás, Vera?

—Ahora estoy mejor—sonrió anchamente, luego se volvió hacia mí, reduciendo su sonrisa a una de compromiso—, ¿Quién es tu amiga?

—Holly, te presento a mi instructora Vera.

—Mucho gusto—extendí mi mano, por mero compromiso.

 Me tomó la mano fuerte.

Rafael me tomó por los hombros alejándome de ella.

—Le mostraré a Holly como tirar—explicó Rafael.

Ella achicó los ojos, bien, no me esperaba esto, más bien nada de esto, pero sí aquella mirada desdeñosa de la rubiales dejaba más que en claro de sus preferencias hacia Rafael.

—Está bien, entonces los dejaré.

Rafael procedió a darme el equipo necesario, mientras me relataba las reglas de seguridad, todo el marco legal, los peligros y responsabilidades, y a grandes rasgos los fundamentos de tiro: postura, agarre, alineación de la mira, imagen de la mira, control del gatillo y seguimiento.

Lo cual de todo aquello, solo pude escuchar una cancioncita en mi cabeza.

—¿Entendiste? —me preguntó luego de tomar una bocada de aire.

Me mordí el labio y negué levemente.

Volvió a sonreír con paciencia, él llevó las armas.

Sentí mis mejillas teñirse, bien, no es que comenzara a sentir cosas por él… pero creo que sí.

Me condujo hasta el lugar de tiro, unos cubículos, al principio, estaban los dos hombres, con los equipos de protección ocular y auditiva, los disparos sonaban huecos, pero a la vez fuertes por el eco de aquel lugar tan cerrado, me puse los audífonos, pero me quedé plantada mirando a los hombres que disparaban, para ver cuál de ellos llegaba al centro, pero ninguno lo hizo.

—Es increíble ¿no? —Rafael levantó la voz por sobre el ruido, asentí maravillada.

Cabeceó y nos dirigimos al fondo de los cubículos, aquello no hizo más que hacerme sentir un poco nerviosa.

—Solo relájate, verás que no pasa nada, yo te ayudaré.

Me posicionó en el cubículo, de frente y a la lejanía estaba un poster nuevo.

—Separa un poco las piernas—me dijo, aquello no hizo más que ponerme los vellos en punta, sentí un extraño deja vú. Rafael se posicionó tras de mí, tomó el arma y pasó los brazos por mis hombros—. Toma el arma.

Su pecho pegó en mi espalda, sentí su calor y los latidos acelerados de su corazón, sentí mis manos temblar, pero tomé aquella arma como me dijo, sus manos sobre mis manos, su cuerpo pegado al mío, su cabeza a la altura de la mía.

—Sentirás un poco el golpe de regreso, pero pasará—se apretó un poco más—, desliza el gatillo suavemente.

Con el corazón en la garganta y los ojos bien puestos al frente, apreté de gatillo, milisegundos fueron los que mis manos y brazos ardieron cuando salió la bala disparada hacia el poster, este pegó en las orillas.

—Lo ves, no es difícil—Sentí que me faltaba el aire, pero ya nos había si por la adrenalina del momento o por aquella cercanía—. Lo hiciste muy bien.

Sonreí anchamente.

—Gracias… lo intentaré de nuevo.

Volvió a apretarse sobre mí, aquel calor de sus brazos me pareció cómodo y reconfortante.

Media hora después, entre su turno y el mío, me dejó que disparara yo sola.

El arma aquella pesaba entre mis escuálidos bracitos.

Me concentré en el centro, puedes hacerlo, puedes hacerlo.

Holly.

Me giré por sobre mi hombro, Rafael sonrió con ánimo, pero claramente no había sido su voz.

Me estremecí, aquella voz no era otra más que la de Adam, fue dentro de mi cabeza, mi corazón se disparó.

Holly, volvió a ronronear.

Demonios, no, no me tortures así, apreté los dientes, no puedes seguir con eso Holly, me reprendí.

Solté el gatillo, pero me hizo retroceder un paso y cerrar los ojos.

Rafael me sostuvo por los hombros.

—¿Estas bien?

—Si—jadee.

Él miró hacia el frente, soltó unas carcajadas sorprendido.

—Creo que ya aprendiste bastante.

Dirigí mi mirada hacia donde él veía, el poster, tenía un agujero justo donde deberían de ir las bolas de dibujo.

Después de ello fuimos por una taza de café.

—¿Y cómo van los arreglos de tu escuela?

Hablamos dos días por chat, era cierto que nuestros horarios a veces no coincidían, hasta que al fin pudimos hacerlo.

—Bastante bien—ya íbamos por la segunda taza de café—, los trabajadores intentan no hacer mucho ruido, pero es inevitable, están haciendo un gran trabajo, definitivamente está quedando muy hermosa.

—Ese corporativo es bastante altruista, he leído varios artículos sobre muchos proyectos que han apoyado—lo que me faltaba un fan—, su red de asociaciones y el objetivo es bastante flexible.

—¿Cómo sabes tanto del corporativo? —curiosee—, admito que no sabía nada de ello.

Se encogió de hombro.

—Ha sido mencionado en artículos que leo, por eso lo identifico, antes se limitaba solo al continente europeo, pero recientemente se expandieron a América, me agrada que el director Adam West tenga una cosmovisión bastante amplia.

Antes de que comenzara a preguntar sobre el CEO del corporativo, desvié la conversación hacia otra cosa tribal. Después de charlar un poco más y terminar con nuestro café y pastelillos decidimos caminar un poco. Al bajar las escaleras del local, mi bota se enganchó con el borde del escalón, él me sostuvo de la mano, de nuevo, aquel chispazo.

—Te sostendré—me pareció que iba más allá del simple hecho de no tropezar.

Me tendió su brazo para que lo sostuviera, titubee un momento. Sinceramente me trata con mucho respeto.

Después de aceptar su brazo, caminamos un poco por la avenida, los locales de comida y entretenimientos estaban animados, era pleno anochecer, frio, los arreglos para Halloween se mostraban creativos en las vitrinas, había un teatro abierto en una plazuela y la gente estaba animada escuchándolos.  

—¿No te agrada el otoño? —me pregunto, mirando las hojas secas del suelo—, me parece una época de calidez.

—Si con calidez te refieres a pasar tiempo en casa, con mis hijos arropados con una manta y chocolate caliente, sí, me gusta.

Se rio quedo.

—Me gusta pasar tiempo en familia, y siento que esta época nos une mucho más.

Apreté su brazo.

—No se necesita una época en específico para estar unidos, tenemos trecientos sesenta y cinco días para estar cerca de las personas a quien amas.

—Tienes razón—se detuvo bajo un farol y me atrajo frente a él—, aunque me gustaría saber una cosa—me tomó de la mano, mi corazón se disparó de súbito—, tenemos noventa días para terminar el año, me gustaría seguir saliendo contigo, conocerte, pasar tiempo, hasta que me aceptes en tu sofá con mantas y chocolate caliente.

Mi rostro se puso colorado, sus ojos brillaban bajo la luz del farol.

—Es una cita increíble—comencé, es un poco precipitado, aunque está pidiendo conocernos un poco más.

—Me alegra que te haya gustado—miró hacia el frente y luego volvió a sostenerme la mirada—¿Qué dices entonces?

De pronto, en mi mente, una imagen de ojos azules me rondó, me robó el aliento y la sonrisa, no puedo seguir atada a alguien que no está aquí. Apreté la mano de Rafael.

—Si.

.

.

.

Cuando abrí la puerta de la casa, ellos saltaron de la sala hacia mí.

—¡Mami!

Me abrazaron las piernas.

—Hola, mis amores.

—¿Qué traes? —Tony me quitó la bolsa de papel que llevaba en la mano.

—Son unos ricos cuernitos, pero para la cena.

—¿Qué me trajiste? —Dakota se asomó por el sofá—, muero de hambre.

—¡¿Qué no han comido?! —chillé horrorizada.

—La tía Daky quemó la comida—explicó Alice con total calma. 

—Y no sabe cocinar

—Solo había una promoción de dos por uno en sushi, así que, ellos comieron yo no.

—Pero si te dimos un pedazo cada uno—protestó Tony.

—Soy un adulto, necesito más que eso.

—¡Hay dios mío!

Dejamos a los niños terminando su cartel, me fui directo a la cocina.

—Sabes—dije mientras me ponía el delantal—, por lo menos debes conocer los principios básicos de la cocina ¿no lo crees?

—Escucha, se usar el microondas, pero tú no lo tienes y usar la estufa es ¡ush!

Rodee los ojos.

—Sabes, no vamos a tener de nuevo esta conversación.

—Tú vas a mantener mi corazón y mi barriga contentos.

Dejé el estofado quemado en el fregadero, luego procedí a hacer una nueva cena.

—Entonces—inquirió— ¿qué tal? 

Le eché una miradita, estaba que se moría de curiosidad.

—He… fue un café y un paseo tranquilo.

—¿Nada más? ¿ni un besito?

—¡No! ¿Qué piensas que es?

—Pues un hombre.

—Él es un hombre decente, Dakota, no es un vulgar—sofreí el cebollín corté dos láminas de tocino en cuadritos y los incluí en la sartén, corté las calabazas en rodajas—. Quiere conocerme más… y acepté tener otra cita con él.

Ella arqueó las cejas.

—Quiere otra cita, ¿pero sin un besito o un abrazo?

—Nos estamos conociendo de una manera distinta, es obvio que no intentará propasarse.

—No me malinterpretes, pero eso no me agrada.

Salteé el cebollín y el tocino, los dejé en un pequeño plato, luego sofreí las calabacitas.

—Tu estuviste de acuerdo en salir con él.

—Sí, pero…

—Pero nada, no todos son lo que creemos que serán—me miró fijamente—. ¿Esto es por Adam? —bajó la voz.

—No.

—Porque entiendo si lo haces por ese motivo.

—¿Por qué lo haría por él?

—Escucha, no existe tal cosa que un clavo saca a otro clavo, Adam fue muy arrollador y que ahora te conformes con alguien que es lo contrario…

—Te voy a detener ahí—le di vuelta a las rodajas—. Salir con Rafael no fue por despecho, en realidad él es agradable y no me la pasé pensando en que en cualquier momento me dejaría botada por solo jugar conmigo

Le serví su porción y luego otra pequeña para los niños.

—Está bien, ya no diré nada—picó su comida—. Hum, está delicioso.

.

.

.

Al día siguiente había clases.

Ayudé a los niños a llevar sus mochilas a su aula y luego me fui a la oficina, en donde mi secretaria, Laura Dash ya estaba comenzando a hacer café.

—Buen día señorita Austen.

Dash, siempre es impuntual, y es tan despistada que hacer el café lo hace antes de la salida, encontrarla aquí me pareció desconcertante.

—Dash… ¿Qué haces aquí?

—Aquí trabajo…

—Me refiero a esta hora.

Ella se puso nerviosa.

—Este es que… quería venir temprano para hacer el trabajo pendiente…

La examiné.

—Dash…

—Está bien, lo confieso—comenzó a hablar rápidamente—, me cortaron la luz y el agua, le pedí a Luis—(el vigilante) —si podía dejarme entrar más temprano para ducharme aquí. Por favor si se va a enojar, enójese conmigo, Luis no tuvo la culpa, yo lo extorsioné para que…

—Laura—traté de que mi voz no le causara la impresión de estar molesta—, no estoy enojada, solo debiste habérmelo dicho, no pasa nada.

—¿En serio?

—Llevamos cuatro años trabajando juntas ¿Cuántas veces me he enojado contigo?

—¿Contando mi falta de atención?

—Excepto eso.

Soltó un suspiro aliviada.

—Gracias…

—Si tienes problemas…

—No, no, no es nada de dinero, es solo que—se rascó la mejilla avergonzada—, es solo que olvidé pagarlos ¡pero ya hice los depósitos!, también puse alarmas para hacer los pagos, prometo que no volverá a suceder.

Me reí con ganas.

—No creo en las promesas.

Después de eso, las cosas continuaron con normalidad, antes de comenzar con mi trabajo, di un recorrido por toda la escuela, saludé a mis profesores y a los niños, por el momento, ningún percance, los trabajadores ya estaban haciendo sus diligencias.

—Está programado para que terminen en febrero—la voz a mis espaldas me hizo pegar un salto, mi corazón comenzó a bombear muy rápido.

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