Cap. 13 De tal, palo tal astilla.
Al llegar a casa, después de almorzar, Ino fue directo a su cuarto. Sacó el frasco con las arañas y comenzó a devorarlas. El sabor era desagradable, pero se obligó a terminar.
Segundos después, sintió que algo recorría su cuerpo. Un escalofrío la atravesó, pero pronto todo volvió a la normalidad.
Extendió la mano, esperando lanzar una red. Lo único que salió fueron unos hilos finos desde sus dedos. Eran resistentes y brillantes, pero no en la cantidad que esperaba.
Intentó una y otra vez. Al final, se rindió.
Hasta que se le ocurrió una idea.
Recogió los hilos y los guardó en una bolsa. Recordó una noticia que había visto en televisión: la venta de seda se había disparado. Un kilo de capullos de gusanos de seda podía valer hasta 4.500 dalias (450 dólares).
—¿Por qué no se me ocurrió esto antes? —dijo, saliendo de casa rumbo a la tienda de mascotas.
Al llegar, pidió gusanos de seda.
—Están a 100 dalias cada uno —dijo el dueño.
Mario le daba 1.000 dalias semanales. Quería que aprendiera