Abro la puerta de la habitación y veo que él camina directo al clóset, cosa que me sorprende lo sigo y veo a mi niña llorando en una esquina y eso me parte el alma.
— ¡príncipe! — princesa, ya estoy aquí, ¡nadie te llevará! Me siento en el piso y abrazo a la niña, ella se aferra a mi cuello y llora.
—no puedo creer que este hombre tan frío y arrogante esté sentado en el piso con mi hija en sus brazos, consolándola, es algo tan irreal y absurdo… Yo no pude evitar derramar un par de lágrimas, me dolía mucho ver a mi hija en ese estado, él susurraba palabras para que ella se calmara, ¿será que tiene hijos y por eso sabe qué hacer?
— ¿quieres ir por un helado? Siento que la niña poco a poco se va calmando, luego me observa con sus ojos hinchados de tanto llorar, joder era me dan ganas de salir y matar a ese desgraciado.
— ¡de chocolate! — ja, ja, ja, del sabor que tú desees —sí—vi como los ojos de mi hija se iluminaron y sonreía ampliamente, no puedo creer esta especie de complicidad que