Mi madre vas a platicar con mi padre, luego me llama para ir a la clínica, mis lágrimas no han dejado de bajar, tengo demasiado miedo. Mi corazón late como a mil por hora, no dejo de pedirle a Dios que esto sea una broma, un susto, ¡no puedo estar embarazada del hombre que me dejó plantada en el altar! Dios mío, eso sería una aberración.
Llegamos a la clínica y doy mis datos, luego me hacen pasar con una doctora, me hace un montón de preguntas, las cuales respondo, luego me hacen las pruebas de sangre y nos sentamos a esperar los resultados. Mi padre y mi madre toman mis manos tratando de darme fuerza, pero que más fuerza puedo tener, si estoy tratando de lidiar con el hecho de haber sido abandonada y no es tanto eso sin haber sido expuesta públicamente y ahora esto ¡es mucho para mí!
—¡sus resultados están listos! Por favor pase el consultorio.
—decido entrar con mis padres, porque siento que me voy a desmayar, tomo asiento y la doctora me observa, ¡ahí se me derrumbó mi mundo! No ne