-II-

De pie junto a su bloque, Joel aguardaba a Ian.

Pronto, vio aparecer el BMW que conducía éste, el cuál se detuvo a su lado.

El chófer de Dominic se bajó.

En cuanto vio al castaño allí esperando, Ian le sonrió.

-¿Qué tal señor O’Brian?- saludó educadamente.

-Bien, gracias por preguntar Pete- respondió Joel devolviéndole la sonrisa.

Ian se apresuró a abrirle la puerta trasera del coche y el chico entró.

Regresando a su sitio, el moreno subió y puso el motor en marcha.

-¿Todo va bien?- empezó una conversación Ian.

-Sí, todo bien- respondió Joel.

-Ya me dijo el señor Bale que está trabajando-

-Sí, estoy…trabajando-

-Eso es maravilloso señor O’Brian-

Procurando que no le viera, el castaño bajó la cabeza y sonrió vergonzoso, luego volvió a levantarla.

-¿Y...Dominic…él cómo…cómo está?- se atrevió a preguntar.

La sonrisa amable de Ian se esfumó de un plumazo.

Dando un suspiro, contestó:

-Bueno, él…el señor Bale no está muy…bien que se diga…-

-¿Por-por qué?- se preocupó Joel echándose hacia delante -¿Él…él está muy mal, le…le pasa algo?-

Ian miró al chico por el espejo retrovisor.

-Él no es el mismo, señor…- cambiando de marcha, giró la calle y prosiguió diciendo -Desde que usted nos dejó-

Tragando saliva, Joel se sintió culpable por saber que Dominic no estaba bien.

-Era…era lo mejor para ambos, Pete-

El chófer habló:

-El señor Bale le echa muchísimo de menos, señor-

Joel, cabizbajo, murmuró:

-Yo-yo a él también pero…-

-¿Por qué no le llama o va a verle?- añadió Ian -Estoy seguro que el señor Bale recuperaría el ánimo en cuanto le viera-

-No-no es tan…fácil Ian-

-Sabe donde vive y donde trabaja- repuso el hombre -Solo preséntese delante de él y el señor recuperará las ganas de vivir-

A Ian no se le iba a olvidar cómo encontró el dúplex del moreno cuando llegó horas después de que el chico lo dejara…

“flash back:

Ian ascendía por el ascensor hacia el dúplex de Bale.

Le había encargado que fuera a recoger las dos alianzas de oro blanco de las cuales, una pensaba darsela al joven pidiéndole que se casara con él.

Las puertas del aparato se abrieron dejando a la vista del chófer el dúplex del otro.

-¡Dios mío pero qué ha pasado…-

Todo estaba destrozado:

Los sillones rotos, las paredes arañadas, el salón al completo, patas arriba, las cortinas rasgadas…

Y Bale encogido contra la ventana, abrazado a sus piernas y meciéndose como si de un niño con problemas fuera.

Ian se apresuró hacia él.

-¡Señor, señor, qué ha…-

Dominic miró a su chófer y hombre de confianza.

-Me…me ha dejado Ian- gimoteó.

Tenía los ojos hinchados de tanto llorar, su ropa también estaba rota, hecha trizas.

-¿De quién habla, señor?-

-De…de Joel- sollozó -Joel me ha…dejado, Ian-

El chófer se entristeció de ver al moreno roto y deshecho.

Posandole una mano en el hombro, preguntó:

-¿Es por eso que su…dúplex ha terminado…destrozado, señor Bale?-

Dominic le miró a los ojos…

E hizo los suyos brillar en un peligroso tono rojizo.

-Es-estoy…estoy descontrolado, Ian- confesó.

El mayor se lamentó para sus adentros.

Conocía la verdad acerca de él.

La madre de Dominic se lo había contado poco después de empezar a trabajar para él como chófer y la razón de que tiempo más tarde, pasara a convertirse en su fiel asistente personal.

Ian sabía que Bale no era humano.

Al menos no al cien por cien.

Según Alice, ella y su esposo lo vieron cuando fueron al centro de acogida a adoptar.

Lo encontraron agazapado contra una pared, encogido, lloroso y con un Danyel de cuatro años consolándolo.

El matrimonio sintió un profundo amor por ambos e hicieron todo lo posible por adoptarlos a los dos averiguando que Dominic e Danyel eran hombres-lobo.

Por suerte, tenían el gen dormido, salvo cuando se enojaban.

Danyel lo sabía mantener a raya con facilidad.

Pero en lo que se refería a Dominic…

Era demasiado temperamental.

Les costó tres años enseñarle a dominarlo y cuando ya parecía que lo dominaba, volvió a descontrolarse.

Después, al cumplir los veinte años, mágicamente dejó de sufrir ataques de furia y su lado animal quedó oculto en su ser más profundo…

Adele no era como ellos.

Ella sí era humana.

La niña fue una parte importante en la vida de Dominic pues le sirvió para mantener su bestia a raya hasta que cumplió los veinte, momento en que no volvió a dar muestras de su verdadera naturaleza.

Nunca le preguntaron a qué se debió tal cambio por lo que imaginaron que al madurar, también maduró su poder de control…

Y lo olvidaron.

-Necesito que vuelva- murmuró Dominic mirando a Ian -No quiero…volver a recurrir a…él-

El chófer sabía quien se refería cuando dijo “él”.

-Volverá señor, estoy seguro de que el señor Joel volverá, pero ahora ha de subir, darse una ducha, descansar y mañana lo verá todo con más claridad-

Ian ayudó a Dominic a ponerse en pie.

Lo guió rumbo a las escaleras y sin soltarle, le echó una mano a subirlas.

Fin flash back”

Joel se había quedado en silencio.

-El señor Bale está destrozado, señor O’Brian- prosiguió diciendo Ian.

-Yo-yo lo…lo siento mucho pero…no…no puedo…-

Parando el coche frente al lugar donde Joel trabaja, éste alzó la mirada sorprendiéndose de que sin decirle la dirección, Ian hubiera sabido que era allí.

-¿Ian, cómo has…sabido dónde trabajo?- inquirió.

Girando la cabeza, el chófer le obsequió con una sonrisita pícara.

-El señor Bale tiene sus…recursos-

-¿Qué…a qué recursos te refieres Ian…- achicó los ojos el joven mientras se bajaba del BMW.

-Que tenga un buen día, señor O’Brian-

Evadiendo la pregunta, Ian se alejó de allí en un abrir y cerrar de ojos.

Joel, con la mosca detrás de la oreja, entró a la editorial donde trabajaba.

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