Después de clases, Dagan y yo decidimos ir a despejarnos al bosque. Grisel no se enojó, solo nos miro a ambos y sonrío como si hubiera descubierto algo.
— Lo mío no es tanto el salir a caminar.
— ¿Qué tal correr?
— Eso es mucho mejor.
— Me di cuenta de eso hace mucho, créeme.
Dagan acaricia su estómago.
— Tengo hambre, ojalá River haya preparado la comida.
— No hables de comida en este momento. — pido.
Vamos aún caminando cuando mi tripa comienza a rugir, inmediatamente cub