XXXVII

Estefanía saludó a Antonio y a Marcela con cierta frialdad, como si los culpara por haber traído a Sergio, que entró a la casa para sentarse en la sala, junto a Ignacio. Antonio imitó a su amigo, después de haber saludado a los mellizos, que estaban con Carmen, la enfermera, y se sentó de manera que el papá de Estefanía quedó entre él y Sergio. Marcela también siguió y se sentó al lado derecho de Estela, mientras que Estefanía lo hizo a la izquierda de su madre. Después de servir whisky a los caballeros, la empleada de la casa ofreció coctel de margaritas a las mujeres.

—No deberías beber si estás lactando —dijo Estela a su hija cuando la vio recibir la copa con margarita.

—Eso son mitos, mamá. ¿De verdad crees que le voy a pasar alcohol a los mellizos a través de la leche?

Estefanía estaba de mal humor. Sabía que el almuerzo no iba a ser un acontecimiento cómodo, pero con la llegada de Sergio, que parecía sentirse el dueño de casa, iba a resultar peor de lo que había llegado a cons
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