Me estaba duchando cuando sentí las manos de Fabricio en mi vientre y sus labios en mi cuello.
— Aquí dentro de tu vientre tienes a mi heredero, no sabes cuánto os quiero cariño — me dijo
— No te hagas ilusiones conmigo, me prometistes dejarme ir cuando naciera — contesté muy seria
— el médico no nos ha prohibido hacer el amor, vamos a la cama, necesito sentir como mi polla entra dentro de ti, prepárate porque te voy a dejar sin voz — me dijo con sarcasmo cogiéndome en brazos tumbandome en la cama, aun mojada como iba
Una semana después, Fabricio llegó a casa muy contento llevando en sus manos un ramo de rosas preciosos, cogió mi nuca con su manos acercando sus labios a los mios
— Para mi preciosa mujer, vamos al dormitorio — me dijo juntando su boca con la mia besandome apasionadamente
— No, llevamos una semana follando sin parar y me duele todo, se acabo — le dije apartandome de él
— Esta noche he invitado a unos socios a cenar, vendrán con sus parejas, quiero que lo prepares todo