Me estiré sobre el duro y muy musculoso cuerpo de Dimitri, lo miré y él ya estaba despierto, mirándome con una sonrisa. Yo me acerqué un poco más y le di un beso en los labios.
— Buenos días, baby — lo saludé.
— Buenos días, mami — me contestó el infeliz con una sonrisa.
Me senté en la cama y lo observé; él tenía uno de sus brazos detrás de la cabeza, la sábana solo tapaba parte de su miembro, dejando a la vista su cuerpo de dios griego. Aparté la sábana y sonreí, allí estaba el motivo de mi obsesión.
— Estoy empezando a creer que solo me quieres contigo por mi miembro — dijo él mientras se la agarraba y la movía de un lado a otro.
— Estoy contigo por tus sentimientos, por tus grandes sentimientos — le dije sonriente.
Acercé mi mano hasta su abdomen y bajé lentamente, poniéndola sobre la suya.
— ¿Quieres probar mis sentimientos? — me preguntó.
Yo sonreí y asentí con la cabeza, bajé lentamente la cabeza. El timbre de mi apartamento empezó a sonar y yo me detuve a mitad de camino.
— Ver