Llegué al salón y Dimitri estaba hablando con André.
—Gracias por todo, André —exclamó.
—De nada, esto también me beneficia a mí, Brian ya era insoportable —sonríe el francés.
—Dimitri, ¿Todas las personas están fuera? —pregunté.
—Sí, los huéspedes fueron los primeros, después los empleados y de último las personas que se encontraban aquí —informa.
—Bueno, yo tengo que irme —anuncia André—, tengo un vuelo a Italia en media hora, tengo que cambiar mi sede, lamentablemente aquí ya no es seguro. Espero verlos de nuevo.
—Tenlo por seguro —digo, me acerco y lo abrazo.
—Un consejo, hagan lo que tengan que hacer porque la policía no dudo, que tarde en llegar —dice, sonríe, sus hombres se agrupan y se van.
—Todo el dinero que estaba en la caja fuerte, y el que se guarda en la bodega del casino está en un camión rumbo al aeropuerto de