—¿Te atreviste a mandarla a seguir? —pregunto yo, con los puños apretados.
—Era necesario. —responde él— y estoy completamente seguro de lo que digo, hablé con Iker la noche que desapareció, me dijo que él mismo se encargaría de seguir a la chica.
—No sé por qué me sorprende, solo haces tu santa voluntad siempre, no soy un niño padre. Puedo cuidarme solo. —doy media vuelta y me voy.
Escucho como Mikael me llama, pero no le hago caso.
Entro al ascensor, y cuando las puertas se van a cerrar, Mikael mete la mano y entra.
—De mi si no te escapas. —dice.
Resoplo.
{...}
—No entiendo a qué has venido, solo quieres molestarme. —bufo.