Lo miro, y no puedo evitar sonreír...
Es tan guapo, tan diferente a los demás—o eso quiero pensar—, y es todo mío. Sí, señor. Me muerdo el labio, reprimiendo una sonrisa perversa.
—Deja de violarme con la mirada —se carcajea—. Aunque, no sería mala idea. Ven aquí.
Dejo el carrito, y a paso lento me acerco.
Sus pozos azules escudriñan mis movimientos. Llego a su encuentro y me abraza por la cintura, desata el nudo de mi Albornoz. Quedo desnuda, y me envuelve con su toalla, siento su virilidad chocando contra mi vientre.
Beso su pecho, y susurro:
—Me tengo que bañar...
—¿Te acompaño? —pregunta.
—¿No me digas qué quieres usar el truco de "ahorrar agua"? —indago, dejando otro beso en su torso.
—¿Funcionó? —suelta una pequeña