Punto de vista de Ariana
Me quedé inmóvil mientras me miraba fijamente, preguntándome por qué me había llamado insolente. Que yo supiera, no había hecho nada malo, solo le había traído el café que pidió.
“¿Pasa algo?”, pregunté.
—Solo pedí un simple café, ¿y sabes qué? No te lo pude dar —me espetó. Me sorprendió, no me esperaba esa respuesta. Sentí que había algo más detrás de su actitud, y que no tenía nada que ver con el café.
“Aquí tienes lo que querías, pediste que no llevara azúcar”, respondí.
—Pues adivina qué, a mí me gusta el café sin leche —respondió, y me esforcé muchísimo por no poner los ojos en blanco. Justo cuando estaba a punto de decirle cuatro cosas, no iba a quedarme de brazos cruzados mientras me humillaba. Me interrumpieron cuando se abrió la puerta y entró una hermosa morena.
Era deslumbrante. Medía un metro ochenta y su altura la hacía parecer una modelo. Sus piernas largas e interminables parecían estirarse hasta el infinito. Y luego estaba su vestido, que le ll