Lourdes esperaba ser desatada y que el vicepresidente recapacitara sobre sus acciones, pero con el transcurso de los minutos comenzaba a perder la esperanza de que eso sucediera.
-¿Vas por la vida maniatando mujeres que se niegan a tener sexo contigo?- Lo escuchó reír
-¿Maniatando mujeres? Eres tan ocurrente. Realmente no hago eso a menos que me lo pidan. Tu eres un caso especial y por eso lo hago para sorprenderte- Ella escuchaba que claramente estaba bromeando y eso más nerviosa aún la puso
-¡Estoy hablando en serio!- Comentó perdiendo la poca compostura que aún le quedaba
-También yo, pero tengo que aliviar la tensión. Tu sabes bien que deseas experimentar un poco más, solo que te niegas a admitirlo. Si te preocupa que te haga daño puedo garantizar que ese no es mi estilo- En su voz solo podía percibir la seriedad
-No sabes lo que yo quiero. Crees conocerme y no sabes nada de mi- Creyó que sus palabras harían que él se molestara y desistiera pero volvió a fallar miser