El momento de salir de casa había llegado para Esmeralda. Kenton esperaba por ella y sabía que no podría fallarle.
Para Esmeralda era difícil ir a cumplir con aquella obligación que acababa siendo placentera, así no lo quisiera.
Lourdes la vió marchar y se persignó esperando que de aquel contrato no hubiera secuelas irreparables, aunque estaba convencida de que nada saldría como era esperado. Su intuición no fallaba jamás y quería confiar en que todo sería diferente, pero había señales inequívocas para ella.
El trayecto a Esmeralda se le hizo demasiado corto y cuando menos esperó estaba siendo recibida con un beso apasionado de su jefe.
-Es un placer que estés aquí. Hoy tengo para ti una sorpresa y espero que la disfrutes- Le habló con un tono extrañamente bajo y misterioso
-No me gustan las sorpresas- Quiso defenderse
-Se que ésta te gustará. Deberías estar más relajada ahora que ya hemos pasado más tiempo juntos, pero pareces aún más nerviosa que la semana pasada, ¿A