Un año después…
Cristopher
La cabeza me pesaba. Eran apenas las diez de la mañana y Daniel me había ordenado estar aquí tan temprano. Y es que haber ido de fiesta toda la semana, le estaba pasando factura a mi cuerpo.
Ingresé al despacho, pidiéndole de inmediato a mi sexy secretaria que trajera un analgésico para el dolor que atenazaba mis sienes. Me recosté en el mullido sillón, colocando los pies sobre el escritorio y cerrando los ojos.
Las cortinas seguían cerradas y la penumbra al menos no empeoraba el ardor que sentía en los ojos.
Oí la puerta abrirse, y sonreí de lado con la intención de llevar a cabo una de mis tantas travesuras con la bella rubia que había contratado de asistente.
—Regresaste pronto. Deja los analgésicos en el tocador y ven que necesito