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Todos los hombres que venían en esas motocicletas superaban en número a los guardaespaldas de Barnes, él se asustó al ver la cantidad de personas que me protegían y sudó helado al ver el coche que se estacionó y del cuál bajó Adrián Lombardi junto con su esposa.

— Emma — Constanza fue a abrazarme — ¿Te encuentras bien? ¿No te hizo nada este maldito asqueroso?

— ¡Cómo te atreves a hablarme así!

Barnes en el momento que intentó golpear a Constanza se detuvo debido a que todas las armas lo apuntaban a diversas partes de su cuerpo, Adrián que se acercó a él se veía como el mismísimo demonio, sin decir absolutamente nada le dió un puñetazo en la boca del estómago y lo dejó sin aire.

— Si piensas que voy a permitir que vengas a golpear a mi esposa así como por así estás muy equivocado, tocale una sola hebra de cabello y verás lo que el diablo está dispuesto a hacer por su mujer. Ella no es Rosalín Barnes a la que estás acostumbrado a golpear hasta el cansancio.

— Vámonos de aquí, me da náu
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