El tictac del reloj lo escucho tan cerca que siento que en cualquier momento mi corazón va a explotar, estoy con los nervios de punta y un sinfín de temores y arrepentimientos, porque de haber hecho algo diferente, quizás… algo fuera distinto.
‘De nada sirve lamentarte, Irina. Ya es demasiado tarde.’ Me digo mentalmente.— ¿Qué deberíamos hacer? — preguntan todos entre sí, porque ya no hay tiempo.— Hay que buscar las lanchas, no podemos usar botes, si no hay algo que nos impulse lejos pronto, vamos a morir. — digo y ellos se miran entre sí desesperados sin saber que decirse o hacer.— Nosotros no estamos bien. Pero, ellos tampoco al morir por un jefe que ya se encuentra muerto.Todos comienzan a usar las palabras para persuadirlos, pero, son tan firmes que sorprende lo malvados que pueden llegar a ser cuando es evidente que también van a morir. Po