Una vez que Marco se despidió, Valeria trajo el bambineto con los niños a su lado; venían platicándole cómo sería la vida en México. Los niños coincidían en que debían vivir juntos, así todo sería más fácil.
Para ellos, el hecho de que fuesen a vivir en México solo significaba que sus aventuras nunca terminarían y Valeria sabía que en gran medida así sería.
- Mamá, ¿Verdad que Enzo puede vivir en nuestra casa?
- ¿Cómo cariño?
- Sí, Enzo, podría vivir en nuestra casa, así tú nos cuidarías y mi hermana y su papá, pueden cuidar a la beba…
- ¡Cariño! Todos los niños necesitan a sus papás. Enzo necesita a su papá y ahora Paloma será su mamá.
Es claro que Enzo será siempre bienvenido en casa, pero él debe estar en casa de sus papás.
- Gio, tal como dice tu mamá, todos necesitamos de nuestros padres, así como tú nos tienes a nosotros. Enzo tiene a Aldo y Paloma.
- Mmm… Bueno, pero podremos hacer pijamadas y así, ¿Verdad?
- ¡Claro que sí, mis niños! – Dice Marco acercándose a su familia. – Bi