Luego de terminar de afinar algunos detalles sobre mi fortuna, tomé el teléfono y busco al contacto que cambiaría toda mi vida.
- ¿Pietro?
- Marco…
- ¿Qué sucede? Normalmente, no me llamas dos veces…
- Bueno… En realidad, tú me hablaste hace un momento… - Digo tratando de parecer sereno.
- ¿Qué te pasa?
- Sabes que te estimo como un hermano, ¿verdad?
- Si… Algunas veces cuando nos hemos visto y estamos ebrios, lo sacas a colación…
- Marco… Hay algo que debo preguntarte…
- ¿Estás sentimental?
- Un poco… ¿Qué harías si hoy muriera?
- ¿Qué demonios dices Pietro? Ya hemos hablado del tema con anterioridad y eso quedó en el pasado. ¿Lo recuerdas?
- No hablo de suicidio, hablo de que me accidentara, no sé, mi auto fallara, los frenos, las llantas, cosas que podrían suceder…
- Pietro ¿Qué pregunta es esa?
- Responde…
- Mmm… tú me has dicho que soy el único que está autorizado para decidir sobre ti, en caso de que algo llegara a pasarte. Sobre todo, por las cosas a las que nos dedicamos…
- Sí…