Pietro muy temprano, se levantó y preparó las cosas con las que irían a dejar a Guadalupe. Le dolía verla en ese estado, pero él no podía ayudarla.
Esa ayuda debía venir de alguien experto; solo el tiempo y la terapia, podrían sacarla de este bache. Aurora, hasta el momento, no había visto a su amiga, pero la acompañaría en todo ese proceso.
- ¡Pietro no pierdas cuidado! Yo la puedo llevar e instalar, solo firma la carta compromiso que dejó la doctora y me encargaré de todo. - dijo Aurora con ese aire despreocupado de siempre.
Pietro recibió un mensaje de la abuela Caterina, donde le pedía que llegara lo más pronto posible a Lazio.
Esta petición le pareció extraña, pero no preguntó. Cuando la abuela hacía algo, todo tenía un motivo y una razón.
Aurora entró cuidadosamente a la habitación de Guadalupe y vio a la chica sentada en la orilla.
Ella ya se había cambiado, llevaba una blusa holgada beige y unos pantalones holgados color blanco, se había puesto unas bailarinas al mismo tono,