Marcus me recargó contra la pared, y sus besos fueron descendiendo hasta mi cuello. Yo me aferraba a su cabello, echando la cabeza hacia atrás, abrumada por la sensación única. Una de sus manos se ocupaba de quitarme la parte de arriba, mientras la otra sujetaba con fuerza mi cintura para que no me desplomara al tenerme tan cerca.
—¡Oh, Marcus! —gemí suavemente cuando sentí su lengua en mi pecho, provocándome.
En algún momento ya me había quitado el top, y enseguida tomó mis pechos. Marcus apretó uno con su mano mientras jugaba con el otro con su boca, especialmente con su lengua cálida.
—Joder… —susurré cuando me mordisqueó el pezón. Lo observé mientras seguía disfrutando de mis senos; parecía un bebé amamantándose de mí. Hundí los dedos en su cabello, boquiabierta, al notar cómo su lengua aceleraba el juego sobre mi pezón. Sabía perfectamente cómo volverme loca.
Me volvió a bajar y casi me derrumbo por la debilidad, pero me sostuvo de la cintura. Marcus se quitó la ropa con rapidez,