Capítulo 1

Sofía Adams - Octubre de 1994

Salí de casa y corrí por el patio completamente feliz con lo que acababa de conseguir. Mis pies descalzos tocaban el césped verde y tropezaban con algunas piedras en el camino.

Miré a la izquierda y a la derecha indecisa sobre a quién debería contarle primero.

Finalmente, decidí correr hacia la izquierda. Seguramente a Ethan le encantaría saberlo, estaba tan emocionado como yo, aunque no lo admitiera.

Ethan había estado actuando como un adulto aburrido últimamente.

Lo encontré saliendo de su casa cuando lo abracé emocionada. Ethan estaba acostumbrado a mis arrebatos y pronto me abrazó de vuelta.

Había una clara diferencia de altura entre nosotros, él estaba creciendo cada día más, cumplió once años el mes pasado y parecía que yo me estaba quedando atrás con mis escasos siete años de vida.

Odiaba la diferencia de edad, mi consuelo era no estar tan lejos de Nick.

- Oye Ethan, papá aceptó construir una casa en nuestro árbol, ¿no es genial? - mi voz estridente y chillona llegó fácilmente a los oídos de Ethan.

Sonrió al instante.

- ¿En serio? ¿Crees que me dejará ayudar? - preguntó esperanzado.

Rodé los ojos. Era típico de Ethan emocionarse más por construir la casa que por tenerla después.

- Supongo que sí, le caes bien. Dice que pareces mucho más "entendido" que el resto de nosotros - respondí haciendo una mueca, no entendía lo que mi padre quería decir con eso, pero parecía ser algo bueno.

Ethan me apartó del abrazo.

- Vamos, vamos a contárselo a los demás.

Entonces nos dirigimos a la casa de mi vecino de la derecha.

Nick estaba jugando videojuegos con su nuevo amigo, Tom. Había llegado al vecindario hace un año y se había mudado a la casa al lado de la de Nick. No me caía muy bien Tom. Estaba acostumbrada a Ethan y Nick, ellos ya estaban ahí cuando nací, pero Tom era nuevo y se metía demasiado conmigo. Siempre me llamaba "Sol", ese era el nombre de la perra de su abuela.

Permanecí mirando cómo Ethan saludaba a Nick con ese saludo extraño que inventaron y nunca me enseñaron. Idiotas.

Tom sonrió y le pasó un control a Ethan mientras yo me tiraba en el sofá familiar y los observaba jugar.

- Ethan, cuéntales de una vez - salté en el sofá, estaba emocionada.

Ethan rió.

- ¿Contar qué? - preguntó Nick sin apartar los ojos de la televisión.

- El tío Ben... - empezó Ethan calmadamente.

¿Por qué Ethan tenía que ser tan lento?

- ¡Mi papá va a construir nuestra casa en el árbol! - grité emocionada, atropellando las palabras de Ethan.

Nick gritó también, Tom solo se rió y dijo que eso era genial.

- Deberíamos ir allí y suplicarle que comience hoy mismo - dijo Nick.

Era por eso que Nick y yo éramos amigos, siempre se sumergía de lleno en todo, al igual que yo.

Enseguida, los tres nos levantamos y corrimos hacia afuera, pero detuvimos nuestra carrera bruscamente en la puerta, con los ojos enfocados al otro lado de la calle.

Allí, saliendo de un auto estacionado en la casa frente a la mía, llevando una mochila rosa en la espalda, estaba una chica. Aparentando tener mi edad, parecía un ángel rubio con mejillas sonrosadas.

- ¿Quién será? - preguntó Nick curioso, sin dirigirse a nadie en particular.

- Creo que son los nuevos vecinos de la casa - respondió Ethan.

- Podrías ir a hablar con ella, Sol - fue lo único que dijo Tom encogiéndose de hombros luego, como si no fuera gran cosa.

- ¡Eh, chica! - grité muy fuerte al otro lado de la calle, la chica, hasta entonces ajena a los tres pares de ojos que la miraban fijamente, miró sorprendida hacia mi llamado. Después de un breve momento de reflexión y un gesto afirmativo de sus padres, cruzó la calle.

- ¿Qué estás haciendo? - preguntó Tom en pánico.

- Hablando con ella, ¿no fue eso lo que me dijiste que hiciera? - cuestioné. Qué pregunta tan tonta.

- No ahora - murmuró.

Ella se acercó al grupo, luciendo avergonzada.

- Mi amigo quiere que seas nuestra amiga - y señalé a Tom. Él, por su parte, parecía preferir morir antes que estar allí.

- ¿Qué? No fue eso lo que dije - respondió Tom volteando la cara mientras Nick y Ethan se reían.

Sonreí - Eso es lo que entendí.

Ella miraba incómoda sus propios pies, sin saber cómo debía actuar.

- Vamos a empezar a construir una casa en el árbol hoy, ¿quieres venir? - la invité. Finalmente, una chica para jugar conmigo.

Ethan me miró de reojo inmediatamente. Apuesto a que pensaba que mis padres nunca nos permitirían ayudar, pero tenía mis trucos.

- Claro, será genial - respondió finalmente, sonriendo. En su sonrisa faltaba un diente frontal, y yo, que tenía un diente flojo, ya me imaginaba planeando arrancarlos juntas.

Apretamos nuestras pequeñas manos mientras íbamos hacia mi casa.

- Mi nombre es Anne - dijo ella en voz baja, rompiendo el silencio.

- El mío es Sofía - respondí sonriendo - Y ahora creo que podemos ser los 4 fantásticos - declaré emocionada, amaba demasiado esa película, fue la primera que mis padres me llevaron a ver al cine hace meses.

- Sofía, aquí somos cinco, no cuatro - recordó Ethan.

Pero no estaba considerando a Tom... Que sea. Ethan me lanzó una mirada reprobatoria como si supiera lo que estaba pensando. Argh, odiaba cuando me miraba así.

Esperaba algún día tener amigas para ser las chicas superpoderosas, pero como solo tenía amigos varones, los 4 fantásticos serviría por ahora.

- Vamos a pensar en un nombre mejor que "los 4 fantásticos" - declaró Nick riendo.

- ¡Vamos a hacer un concurso! - sugerí enérgicamente mientras entrábamos a mi casa.

- ¿Qué tal el quinteto pesado? - preguntó Nick, haciéndome reír a carcajadas.

- ¡Nunca! - respondí convencida, era un nombre ridículo.

- ¿Los cinco detective? - sugirió Tom.

- Y claro, Ace Ventura no tiene nada que ver con el nombre, ¿verdad? - preguntó Ethan despeinando el horrible peinado de Tom que era igual al del personaje de la película.

Todos nos reímos mientras nos sentábamos en el sofá de la sala y proponíamos nombres cada vez peores que los anteriores. Desde ese día nos convertimos en un grupo, incluso Tom formaba parte de él. Nunca decidimos un nombre debido a la falta de acuerdo, pero eso no importaba. Lo que surgió de nuestro grupo de cinco cambió nuestras vidas por completo.

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