James
Max y yo entramos al bar, y nos dirigimos a una mesa apartada. La luz tenue de una lámpara colgante encima de nosotros nos alumbra lo suficiente para ver nuestros rostros. Max se quita la gorra y pasa una mano por su cabello, aplacando sus mechas rubias antes de sentarse. Observo a mi alrededor, para comprobar que es un lugar seguro para hablar. Me siento frente a Max y clavo mis ojos en él.
—¿Qué te trae a Rosehills, Max? Pensé que estarías en el puerto, esperando el cargamento.
Max suspira y apoya los codos en la mesa, entrelazando sus dedos.
—Tu padre me ha llamado. Ha habido complicaciones con unos papeles para involucrar a Mía y me ha pedido que venga.
La noticia me sorprende, pensé que ya todo estaba listo.
—¿Complicaciones? ¿Es algo serio? —Frunzo el ceño.
—Lo suficiente como para que dejara todo y viniera. —Max toma un sorbo de su bebida.
—Tienes que solucionarlo ¡Ya! Yo estoy haciendo mi parte.
—Tío, tu trabajo es el mejor, ¿Cómo va todo con Mía? ¿Has conseguido enam