Capitulo 2 ´´Una noche´´

Fabio le dedicó una sonrisa, y acarició suavemente su rostro para luego unir sus labios con los suyos, era un beso feroz de esos que te roban toda la fuerza, ella pasó los brazos alrededor de su cuello atrayendo lo más así ella, ambos rompieron el beso buscando aire sin separarse en lo más mínimo, estaba vez fue ella quien unió sus labios llevando el ritmo del beso. Fabio acarició la curva de su cuello y dirigió su boca así allí para luego esparcir pequeños besos hasta su oído.

—Esta noche será única, una que jamás olvidaras—dijo prometiendo, los vellos de su cuello se erizaron ante tal promesa, y sin vergüenza alguna Leah respondió sintiéndose como una ninfa.

—Eso espero, señor Fabio.

— No se arrepentirá, Leah —musito su nombre como si fuera una caricia, ella lo observo con una gran sonrisa en el rostro.

—Espero Fabio, pasar contigo una noche extraordinaria-—dijo dándole una mirada coqueta—. Una donde solamente olvidarás el hoy y disfrutarás hasta el mañana.

Fabio se sorprendió al notarla muy cerca de él, había quedado flecha do de sus labios hasta podía decir que deseaba besarla sin parar, sus ojos estaban dilatados y se podía notar el deseo en ellos, Leah no se alejó manteniendo sus brazos al redor de su cuello, se acercó quedan aún más cerca, rosando sus labios,  Fabio se intentaba controlar no quería desnudar su cuerpo y mostrar mucho menos delante de su chófer, ella luego se lo agradecería de eso estaba seguro. 

—Leah—dijo con vos sensual, ella trago saliva fuertemente.

—¿Sí?

—Está noche sin duda será inolvidable para ambos.

Ella sonrió y volvió a besarlo, esperaba con ansias lo que aquella noche depararía para ambos; se entregaría a ese placer sin esperar algún tipo de sentimiento o afecto. Al final había amado a alguien que, durante mucho tiempo la uso, al final tal vez el destino le enseñaba un nuevo camino, a alguien a quien no se volvería a cruzar en toda su vida.

Fabio se sorprendió al notarla muy cerca de él, había quedado flecha do de sus labios hasta podía decir que deseaba besarla sin parar, sus ojos estaban dilatados y se podía notar el deseo en ellos, Leah no se alejó manteniendo sus brazos al redor de su cuello, se acercó quedan aún más cerca, rosando sus labios,  Fabio se intentaba controlar no quería desnudar su cuerpo y mostrar mucho menos delante de su chófer, ella luego se lo agradecería de eso estaba seguro. 

—Leah—dijo con vos sensual, ella trago saliva fuertemente.

—¿Sí?

—Está noche sin duda será inolvidable para ambos.

Ella sonrió y volvió a besarlo, esperaba con ansias lo que aquella noche depararía para ambos; se entregaría a ese placer sin esperar algún tipo de sentimiento o afecto.

Pero sin embargo aquello labios carnosos y suaves a la vista, lo tentaban termino acercándose más sus labios se tocaban y sus respiraciones se mezclaban. El la atrajo así su boca colocando su mano en la nuca de ella, abrió los labios dándole paso a un beso suave y lento, que se volvió poco a poco desenfrenado, se besan con desesperación.

"Jamás la habían besado así" pensó ella mientras se entregaba por completo a todas esas sensaciones. Siempre recordaba besos fríos y sin pasión.

Fabio gruño contra su boca y se obligó a separar sus labios de los de ella, buscando aire. Jamás había visto a alguien capaz de hacerle perder la razón, aquella dama tenía unos labios exquisitos.

Leah soltó suspiro, estaba frenética e inquieta, el montón de sensaciones que se concentraban en su vientre, su respiración era acelerada. Con osadía se colocó horcadas sobre sus piernas, el suspiro pidiendo paciencia para no desnudar desnudarla, y poco a poco fue apareciendo un destello de deseo en sus ojos. En ese momento entendió que aquella mujer, lo volvía loco. Quería llegar rápido a casa, desnudarla lentamente y besar cada espacio de su piel.  Leah había perdido el sentido de la vergüenza, pero en su revuelo de lamentaciones de la razón como había termina allí tomando hasta la última gota de alcohol. Se aferró a sus hombros, y con los ojos dilatados.

Fabio un momento se quedó estático, se sintió contrariado sin duda aquella mujer era atractiva, era una belleza andante. Aquel hombre era un idiota por herir y lastimar a semejante mujer.

La tomo por los hombros besándola, Leah abrió sus ojos como platos sorprendida por el repentino beso, además no había esperado aquellas dulces palabras. Sin apartar la mirada de aquello ojos obsidiana mientras se besaban lentamente saboreándose el uno al otro sus hermosos ojos eran hipnóticos y, a pesar de que ahora sus pupilas estaban dilatadas y apenas se podían apreciar, seguían luciendo demasiado atractivos como para ser reales, brillaban cuales diamantes bajo la luz de la luna. Retazos del reflejo de Fabio bailaban en el iris de sus ojos, como si él fuera lo más preciado en ese mundo para ella. Aquella mujer parecía un ángel, no podía negarlo era hermosa su rostro perfilado, labios gruesos pero pequeños, y unos hermosos ojos color esmeralda, aquella mujer incitaba al pecado, su largo cabello castaño caía más abajo de sus pechos pensó, hasta podría ser una gran modelo. La manera en cómo sus mejillas se sonrojaban le encantó.

Fabio gimió, casi quiso festejar habían llegado a casa. Se apartó un poco para observar el rubor en sus mejillas y sus ojos llenos de anhelo.  Al fin podría hacerla suya perderse en ella. Hacerla ver el cielo o llevarla a conocer el infierno.

  Fabio mordisqueó los carnosos y sus suaves labios.

—Hemos llegado al paraíso— aquello sonó como una promesa, que tal vez fuera efímera.

 Fabio la acerco a él agarrando su cabeza y uniendo sus labios sus manos se detuvieron en su cintura, el cuerpo de ella tembló con emoción, adrenalina y deseo.

—¿Esta segura? Porque cuando entremos a mi habitación no habrá marcha atrás.

Leah lo meditó por un segundo, y con confianza susurró:

—Lo estoy, quiero tener sexo contigo.

El la cargo haciendo que esta enrollarla sus piernas alrededor de su cintura, la luz de la luna apenas se filtraba por el ventanal, sintió su corazón latir descontrolado contra su pecho, Fabio acarició su cuello y bajo hasta donde empezaba los botones de la camisa empezando a quitar uno a uno. Ella espero que el acabará para sacarle el saco y empezar a desabotonar su camisa, tragó saliva fuertemente al sentir su piel caliente bajo su tacto. Él tomó sus labios una vez más antes de bajar desde su boca hasta la clavícula, bajando lentamente hasta el valle de sus ceños, con rapidez desabrochó el lindo sostén negro que tenía. Leah gimió cuando sintió como mordía y besaba sus senos, enredó sus dedos en su cabello sedoso, con un movimiento en el apoyo contra la pared de la habitación mientras terminaba de sacarle por completo el vestido, camino despacio hasta la cama recostándola, aquella vista era hermosa estaba sonrojada, con los ojos dilatados y sus pechos bajaban y subían por su respiración acelerada.

Parecía una diosa pensó mientras se arrodillaba, se acercó lentamente y empezó a besar su tobillo subiendo lentamente besando sus muslos, hasta que le estorbo la falda, ella alzo sus caderas para ayudarlo quedando solo en un tanga negro a juego con su bracier. Beso hasta llegar a su vientre dejando un beso ahí, para subir lentamente hasta sus labios, aquellos carnosos y suaves labios. La ropa flotante desapareció quedando ambos desnudos, sus manos recorrían cada centímetro de su piel, recordando cada superficie. Perdiéndose en el placer que se daban, él la hizo ver el cielo con su boca al igual con sus dedos, lento y suave, aquello era intenso la habitación solo se escuchaban sus gemidos y respiraciones, y aquellas pequeñas palabras incoherentes que se escapaban de sus bocas. Se devoraron, consumiéndose el uno al otro, entregando todo. Cuando Fabio la hizo suya penetrándola lentamente, Leah se sintió como si al fin fuera llegar el cielo, cerró los ojos fuertemente tratando de no gritar por el montón de sensaciones que la invadían, en su vientre con cada embestida sentía que tocaba el cielo agarró fuertemente las sabanas de seda con sus dedos arqueado la espalda.  Aquello era diferente a toda relación sexual que había tenido antes, Fabio era dulce susurrando palabras de cuán hermosa era, y cuanto la sentía.

—Tienes que mirarme hermosa, cuando llegues al paraíso quiero ver esos hermosos ojos— gruñó, apretó fuertemente su barbilla, ambos estaban apuntados de alcanzar el clímax, él aumentó sus embestidas dándole todo lo que ella pedía en susurros.

El beso tragándose cada uno de sus gemidos, cuando ambos alcanzaron el clímax, sin duda había sido el sexo único en su vida. Sus cuerpos los cubría una pequeña capa de sudar, sus respiraciones eran frenéticas, Fabio salió de ella y boto el condón en la papelera, la atrajo así su cuerpo jamás dejaba que alguien se quedara con él, pero tal vez hoy fuera la excepción. Leah cerró los ojos pegándose a su cuerpo caliente, y se dejó llevar por el sueño.

Sin duda había sido una noche agradable, después de todo o ¿No?

— Todavía nos queda toda una noche.

Y así fue ambos disfrutaron de cada parte de sus cuerpos, explorando y conociendo entres besos y caricias hasta que el sueño al llegar el amanecer ambos se quedaron dormidos entre los brazos del otro. Leah se sentía en una nube, su cama de costumbre se sentía más suave, suspiro enrollándose en aquellas sedosas sabanas ¿sedosas? Abrió los ojos lentamente, los cerró rápidamente ante la cantidad de luz que entraba por la ventana, se sentó abruptamente apretando fuertemente la sábana contra su pecho, aquella no era su habitación, de hecho aquel lugar era más grande que su apartamento; sin duda el dueño de aquel tenía un buen gusto, altas paredes pintadas de un azul noche con una que otras paredes blancas, algunos cuadros y muebles de madera, la cual sin duda debía ser cara, aquella habitación era puro lujo y elegancia. De repente todo llegó a su cabeza haciendo que esta comenzará a doler, masajeo su sien intentando calmar el pulsante dolor.

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