holis mis preciosos fanseses n.n/ me tomé dos días merecidos de descanso porque en cuanto me aprueben la otra novela sospecho que no voy a dormir otra vez jajaja los amooooo, ya arreglé mi horario para el fin de semana darles maratón de esta historia :3 será mucho más corta que la precuela, pero aún así me emociona <3 <3
-¡¿Era necesario amarrarme?!-Muy necesario. - Dije con un asentimiento. - La verdad me sorprende que ni siquiera hayas sentido cuando entré a tu habitación. Hice ruido extra, querido primo.Siguió maldiciendo mi trasero por al menos diez minutos más y eso me pareció súper divertido.-Bueno, ya deja de hacer tanto ruido y Kara te liberará.-Yo solo quiero saber cómo m****a me bajaste los tres pisos que nos separan del establo conmigo a cuestas. - Murmuró con un gruñido.Nos encontrábamos en un camino desierto conduciendo un par de caballos y una carreta disfrutando del sol de la mañana. Mi amiga roncaba fuertemente así que yo era la unica de nuestro trío que se encontraba de buen humor. Kara y yo íbamos disfrazados como humildes mercaderes. Troy iba aun con pijama, pero no necesitábamos que él fuera parte de la farsa.Íbamos en camino hacia el distrito tres gobernado por el Alfa Amadeo; supongo que el primo Troy ya había adivinado nuestro destino ya que ni siquiera preguntó a dónde íba
-¿Qué fue todo eso? - Preguntó Troy mientras conducía de vuelta la castillo.-Bueno, siempre he creído que una sola fuente de ingresos no es sinónimo de estabilidad. - Dije estirándome en la parte trasera de la carreta. No entendía de qué se quejó tanto la mayor parte del camino.-Yo creo que es una muy buena idea. - Dijo Kara con su cabeza recostada en mi abdomen. - A los machos les gusta golpearse y ver sangre. Por un buen precio, incluso valdría la pena "fingir" que robas las llaves del Coliseo. El Coliseo era como llamábamos al enorme edificio con gradas y una arena en el fondo en donde cada cinco años se celebrabra la Competencia de la fuerza. Se suponía que podían participar todos los lobos mayores de edad sin importar si eran de este continente o no. Por tradición o por cualquier estúpido motivo, los continentes lo toman como una especie de juego de poder: Cada líder del continente debe de mandar a un campeón que los represente y supuestamente el continente que gane recibe u
-Pongan algunos bocadillos más por allá, porfavor. - Dije a los lobos que estaban colocando la comida.Como mucho,tendría unos cinco minutos antes de que comenzaran a llegar las nobles.-Princesa... ¿Qué es todo esto? - Preguntó Kyrian apareciendo de repente y mirando con horror el salón.Solo hasta ese momento caí en cuenta de que no le había avisado a mi tío, así como a nadie del castillo que no fueran los cocineros, los guardias de la entrada y los muy amables lobos que se ofrecieron a ayudarme a traer toda la comida cuando me vieron cargar en el pasillo.-Esoy dando una fiesta de té en... unos dos minutos. - Dije agitando mis pestañas inocentemente. - ¿Gusta quedarse, sir Kyran? Estoy segura de que a ninguna de las lobas nobles le molestará que conviva por algunas horas con nosotras. Incluso podríamos improvisar una pista de baile.-Princesa. - Dijo con un suspiro apretándose el puente de la nariz con dos dedos. - Debió de haberme avisado para organizar a algunos guardias para us
-Si me disculpan, señoritas, necesito ir al tocador. - Dije levantándome. Todas las presentes se levantaron y yo les hice un gesto para que continuaran con nuestros juegos. Había preparado un par de ellos para tener entretenidas a las lobas; eran pequeños juegos de azar en donde cualquiera de ellas podría ganar. ¿Los premios? Algunas joyas pequeñas que había reservado de mi anterior robo... quiero decir, de mi anterior misión en la casa del Alfa. Las lobas reían, bebían, comían... y estaban distraídas. Tomé un plato y un trozo de pastel antes de salir del salón. Caminé rápidamente por los pasillos del castillo hasta la Sala del Consejo, una habitación en la segunda planta del castillo en la que se reunían los Alfas, el Consejo, mi tío, algunos guardias de confianza y algunos espías. -Princesa. - Dijeron los uardias que custodiaban la puerta de la entrada con una reverencia pronunciada. -Hola David, hola Gideon, ¿Cómo les va? -Bien princesa. -No me quejo. -Eso es genial, chico
-¿Una despedida dulce? - Pregunté con sorna a la mañana siguiente.Troy había partido por la madrugada junto a Pier y, por los gritos encantados de Kara, al parecer pasó a su habitación antes de irse.-Se disculpó por ser un idiota, ¿Se suponía que tenía que ponerme difícil? Me regaló este bonito par de pendientes. - Dijo Kara mostrando sus orejas. -Amiga mía, con el tamaño de la culpa que tenía ese lobo le pudiste haber pedido diez pares de pendientes. - Dije divertida.-Recuerda que gracias a ti están endeudados hasta sus bisnietos. - Dijo con una carcajada. - Lo intercambié; le dije que mi próximo entrenamiento debía de ser suave y no nivel extremo como pretendía. Entonces, ¿Tenemos planes para hoy?-Si, solo algunas cosas mundanas que hagan que mi reputación se mantenga con un bajo perfil. -Dije con un bostezo. -Iremos a desayunar al pueblo y recorreremos las calles para comprar tonterías que no necesitamos.-Suena bien para mi. - Dijo con un suspiro aliviado.La miré divertida.
Prólogo.Las explosiones aturdían mis oídos en mi forma de lobo, así que tuve que transformarme de nuevo para evitar que siguieran sangrando.Mis rodillas colapsaron e intenté con todas mis fuerzas levantarme para correr a ayudar o para alejarme del lugar. Aun no lo tenía claro. De hecho, no tenía claro nada.A mi alrededor, el más puro caos reinaba.La gente corría asustada mientras que otros pocos lobos se encontraban tratando de sacar personas de debajo de los escombros. Cortinas de humo y fuego, gritos y lamentos envolvían el atardecer.Mi hogar, o al menos el que había sido mi hogar por los últimos dos años, se encontraba en pedazos.La primera explosión fue la causante de que el castillo del Continente Central volara por los aires y me dejara en un lamentable estado físico a pesar de que no estaba dentro.-¡Anahí!El aturdimiento y el leve mareo que sentía me impedía identificar el portador de la voz, pero reconocería ese aroma en cualquier lugar y en cualquier momento. ¿Por qué
Todo empezó con una corta oración hace dos años.-He decidido ser la reina del Continente Central. – Dije convencida a mi madre cuando entró a mi habitación para ayudarme a hacer la maleta para ir con el tío Karel.Ella suspiró y se sentó en la cama dando unas suaves palmaditas para que me sentara a su lado.-¿Estás segura, bebé? Ser reina es una responsabilidad muy grande.-Lo estoy. Ser reina tiene grandes ventajas: Un castillo, la mejor comida, las mejores joyas…-Y ahí seguramente no volverás a ver a cierto lobo que te ha roto el corazón. – Dijo mamá estrechando los ojos.Mis mejillas se calentaron pero no negué la verdad. Ella volvió a suspirar.-Ni siquiera te preguntaré cómo lo sabes. – Dije con resignación.-Si tantos problemas tienes con Jack, simplemente puedo cancelar su libre pase por nuestro reino y lo sabes. No tienes por qué viajar a otro continente y tomar una carga que no era originalmente para ti.Lo sabía, por supuesto que lo sabía, pero el simple hecho de quitarle
-Alguna vez mi madre amarró al tío Mateo en el mástil del barco, ¿Sabías? - Pregunté al primo Troy mientras lo arrastraba por el pasillo.Dos días de viaje y el tipo no quería hablar conmigo. También me veía feo cada vez que le llevaba su comida.-Bueno, técnicamente fue papá el... que... lo amarró. - Gruñí con esfuerzo mientras lo subía por las escaleras.Por supuesto, Troy no podía hablar porque seguía amordazado pero conversar con él era mejor que solo tenerlo echando dagas por los ojos.Cuando por fin llegamos a cubierta lo arrastré hacia el centro y me tiré a su lado.-Necesito comenzar a trabajar mis músculos... ¿Qué, eres mitad ballena? Mi pobre espalda...-¿Por qué no me pidió ayuda, príncesa Anahí? - Dijo Victor saliendo de algún lado.-Porque yo podía hacerlo. - Dije gimiendo.-De acuerdo. - Dijo con un tono que me daba a entender que no era cierto. Jodido lobo espía presumido.Se quedó cerca tapando con su sombra la luz del sol que me daba en el rostro. Después de cinco min