Capítulo 50.

Puse mi mejor expresión inocente.

—Está sirviendo a su futura reina. No debería esperar nada más allá de la gratitud de la corona.

Cam soltó una risita breve, como si ya supiera que esa respuesta llegaría. Luego ignoró mis palabras y se acercó con deliberada calma. Mi respiración se tensó apenas cuando alzó la mano y, con la punta de sus dedos, colocó detrás de mi oreja un mechón rebelde que había escapado de mi peinado.

—Encontraré lo que busca —susurró tan bajo que sentí el roce de su voz más que escucharlo—. Y le diré mi precio más tarde.

No me dio oportunidad de responder. Simplemente se giró, con esa maldita seguridad que parecía envolverlo siempre, y se perdió por el pasillo con pasos silenciosos.

Yo permanecí quieta unos segundos, con la piel aún cosquilleando donde me había tocado, antes de resoplar y volver al presente.

Caminé hacia el lado contrario de la casa con paso firme, aunque por dentro todavía hervía con la osadía de Cam. Esa noche había decidido volver
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