La casa había estado llena de murmullos desde ayer.
No por los señores, sino por las sirvientas.
Todos en la casa principal hablaban de lo mismo: la celebración de cumpleaños de la señora Alexander.
Un evento glamuroso e intimidante, organizado en uno de los edificios más lujosos de la ciudad… al que Livia no tenía el menor deseo de asistir.
Su teléfono se iluminó con mensajes uno tras otro.
Jenny:
Cuñada, lo siento. El entrenamiento de la pasantía aún no termina, pero en cuanto pueda te alcanzo en el edificio.
Cuñada, mantén la cabeza en alto. Si alguien se mete contigo, anota sus nombres. Yo me encargaré de vengarte.
Si ves a Helena, ignórala. Yo llegaré después.
Sophie:
Cuñada, lo siento, no puedo acompañarte. Hoy es la defensa de tesis de mi novio y está insoportable, así que tengo que esperarlo.
¡Pero te estoy animando desde aquí! Si te cruzas con Helena, simplemente ignórala. Tú eres la mujer favorita de mi hermano Damian. Siempre estaré de tu lado.
Livia sonrió débilmente.
‘Dio