Un delicioso desayuno

Al día siguiente Amelia despertó cuando su cuerpo se sintió completamente descansado. Ella había dormido hasta tarde, cuando abrió los ojos se dio cuenta que ya eran las diez de la mañana, pero ella ni siquiera se inmutó lo cierto es que ella no tenía nada importante quehacer a parte de disfrutar del lugar. Ella se sentía bien y su cuerpo estaba preparado para explorar la pequeña isla que ahora le pertenecía. Aunque Amelia odiaba a Ángel no pensaba rechazar el gran regalo, después de todo no era cualquier cosa, Ángel literalmente le había regalado un pedacito de mar.

Con eso en mente Amelia se paró de la cama y descubrió que en la mesita de la habitación había una bandeja con el desayuno y que además había una flor con una tarjeta. Ella tomó la flor y la olió dejando que su dulce aroma inundara sus fosas nasales. Amelia no pudo evitar pensar en Ángel mientras disfrutaba del maravilloso olor de la flor recién cortada.

Ella tomó la tarjeta y la leyó en voz alta.

Este desayuno lo he prep
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