No esperaba una buena reacción de Misael después de lo del restaurante, pero está confundiendo las cosas. No siento nada por Sasha. Sí, me sorprendió verlo después de tres años, pero no lo mencioné porque... lo había olvidado. Tal vez su nombre cruzó mi mente de vez en cuando, tal vez algunos recuerdos vagos, pero nada lo suficientemente importante como para hablar de él.
"Realmente no le has dicho nada de ti a Misael. Tiene motivos para estar molesto contigo", me susurra mi conciencia.
Y duele. Porque no quiero perderlo. De verdad me gusta. Lo quiero demasiado. Me aterra pensar que un día despierte y él decida sacarme de su vida porque descubrió la verdad.
Termino de lavar los utensilios que ensucié preparando una pasta al horno. El sonido de la puerta al cerrarse me sobresalta. Misael entra con el ceño fruncido, la mirada dura.
—Hice la cena —digo, intentando sonar casual. Él pasa de largo sin siquiera mirarme—. ¿Vas a comer? Es pasta al horno.
—No tengo hambre —responde sin detener