47: No voy a renunciar.
William Sinclair.
Con mi vista empañada de lágrimas, y la impotencia fluyendo por mis venas, la amenacé. Lauren me veía a punto de llorar igualmente, parecía que de un momento a otro se derrumbaría, pero de repente se puso de pie, mirándome con determinación.
Esa misma determinación que un día me había dado su madre, Laura, para terminar lo nuestro, haciendo mis sentimientos correr entre el miedo y la desesperación.
Conocí a Laura Mitchell cuando mi esposa Halley la llevó a la mansión. Laura solía trabajar junto a su madre para la familia de mi buen amigo Harrison, y cuando su madre murió, los Müller despidieron a Laura. Harrison, quien conocía a Laura desde pequeña, la refirió a mi esposa ya que nuestra antigua ama de llaves había muerto. Así que a la edad de veinticinco años, Laura llegó a nuestra mansión, con su desbordante cariño y su dulce timidez. Cabello pelirrojo, piel de leche, tan frágil como una hermosa flor.
Quedé secretamente flechado con su belleza desde el primer instant