Lauren.
La noche llegó rápido después de mi encuentro esa tarde con Kenneth. Mi cuerpo estaba agotado. Había tenido más orgasmos que antes. El hecho de que fuera un poco más salvaje, teniéndome atrapada en sus brazos, me resultó exquisito.
La forma en que me veía, como hablaba de cerca con su tono de voz seductor o calmado, era capaz de destruir todos los muros que alguna vez había construido para no dejarme llevar por mis impulsos o deseos más peligrosos.
Pero tenía que admitirlo. Tenía miedo. Mucho. Especialmente con la idea de que tuviera que regresar a Canadá, y lo que nos pasaba quedara solo como un recuerdo.
Entendí que tenía que dejarme perder el tiempo que fuese necesario, antes de que algo pudiera salir mal, antes de que tuviera que partir.
No importaba que mi cuerpo estuviera cansado. Sería de Kenneth cuando él lo quisiera. No solo porque me hacía tocar las estrellas, sino porque mi corazón lo anhelaba.
Estaba perdida en él. No era tan difícil de creer. Cuando teníamos sexo