Leo se quedó mirándome fijamente, con aire de disgusto, y me dijo como si me leyera la mente....
- Ana Laura, es el quien te llamó ¿cierto? Y no te preocupes no pienso decirle nada, recuerda que me corrió del trabajo, así que no hay modo en que pueda decirle.
- Tienes razón perdón.Pasamos bien la noche. Leo me cuido muy bien. Una semana después estuve mucho mejor y me sentía bien, retomé mi vida y volví a la Universidad, donde me recibieron increíble, por mis maestros y mis compañeros.
Saliendo de clases, Leo me secuestro.
- Ana Laura. Que bonita te ves.
- Gracias Leo, tu te ves muy bien.- Ana Laura. Voy a llevarte a un lugar.- ¿A donde?, tengo que ir a la floreria al rato, recuerda que también volví al trabajo, amigo mio.- No te preocupes, lo tengo contemplado, vamos en la moto.- Vamos, entonces.Nos fuimos en su moto y llevamos al consultorio de una doctora homeopata que me dio un tratamiento de gotas y pastillas con