Capítulo 4

—Hola campeón, ¿Cómo vas con tu mami? —solo por su tono soy capaz de darme cuenta del parentesco entre ellos.

—Muy bien papi, pero tenía sed, por lo que vinimos por una bebida. La amable señorita nos facilitó una —me señala con una sonrisa deslumbrante en sus labios.

—Muchas gracias por su atención —me comenta con una sonrisa, pasándome una propina.

—No, señor, no es necesario —ahora me siento culpable por mis deseos mundanos.

— ¡Yo insisto! —exclama con una sonrisa.

Acepto con una sonrisa encantada, con la calidez con la que habla con su hijo, pero cuando ve a su mujer me quedo embobada. Ahora es que noto que a mí me dirigió una simple sonrisa cordial, ya que su verdadera sonrisa estaba dirigida a la que supongo que es su esposa.

No puedo evitar no estar feliz, después de todo a pesar de que tuve pensamientos sobre él, el hecho de ver el amor con que trata a su familia. Ese amor es innegable; es un amor entrañable que viene de lo más profundo de su ser.

Eso es justo lo que a mí me hubiese gustado recibir de mi padre, lamentablemente no ocurrió. Dudo mucho que lo haga ahora, pero el ver como actúa él con su familia me permite darme cuenta de que si hay hombres que valen la pena. Nunca me ha tocado uno, ni quiero que lo haga, después de todo mi objetivo no es encontrar un hombre con el cual establecerme.

Solo quiero a alguien con quien pasar el rato, ya he tenido suficiente desilusiones en mi vida.

El pequeño se despide de mí con su manito, así que por no querer cortarle el rollo hago lo mismo. Observo como el hombre va en el medio conversando con su esposa, la cual tiene su mano alrededor de la suya, mientras toma con firmeza la mano de su bebe con la otra. A veces veo ese tipo de escenas y quisiera experimentar lo mismo.

Después de ese encuentro con esa familia todo ha sido tranquilidad, ocasionalmente han venido personas en busca de daiquiris o piñas coladas; esas son bebidas muy comunes. Al menos en este lugar.

—Debería llamar a Arley, ha de estar muy preocupada sin tener a nadie a su lado para afrontar esa situación —me digo a mí misma a la vez que tomo mi celular para proceder a marcar inmediatamente su número.

Frunzo el ceño. Compruebo varias veces, pero efectivamente, me sigue enviando al buzón de voz. No puedo evitar preocuparme por esto, pero al no recibir respuesta no me queda más nada que hacer que dirigirme hacia mi apartamento esperando obtener respuesta de su parte, supongo que al ver diez llamadas perdidas de mi parte me responderá en algún momento.

Me subo al taxi con un solo destino, le digo al conductor la dirección de mi apartamento. Justo cuando lo hago siento mi móvil vibrar en mi cartera, lo tomo inmediatamente sin ver el identificador, deslizo mi dedo por la pantalla para aceptar la llamada.

—Niña, ¿Dónde te metiste, te estuve llamando como loca? —es lo primero que digo al contestar, extrañada, aparto el móvil de mi oído, viendo por fin el identificador.

— ¿De qué hablas cariño? Creo que me estás confundiendo —me paso la mano por el rostro por la estupidez que casi estuve a punto de soltar.

— ¿Qué quieres Vincent? —le pregunto a la vez que giro mis ojos molesta con su llamada, agradezco no haber dicho demás. Arly me mataría.

—En fin, ¿Qué piensas de ir a dar un pequeño viaje a ese nuevo club que abrió hace poco?

— ¿De qué club hablas hombre?

—Ya te paso la dirección, ¡Nos vemos allá! —es lo último que dice antes de colgar.

Aparto con rapidez el móvil, sorprendida por su actitud, ese es uno que siempre estuvo detrás de mí, aunque por diversas razones no le di la oportunidad, una de ellas es un niño. Y yo no ando con niños, segunda es amigo del imbécil de Enzo, y yo con esa gente no quiero nada.

Llego antes de lo previsto a mi lugar, me quedo reflexionando un par de minutos en qué hacer. Cada vez mi mente se va desplazando hacia esa oferta que me dio Vincent, por más que lo intento no puedo sacármela de la cabeza. Es extraño es como si algo me empujara a ir a ese sitio a pesar de que no deseo encontrarme con ese tonto.

— ¡Tienes que estar malditamente jugando! —exclamo molesta recorriendo el puto lugar con la mirada—. ¿Qué m****a hiciste Vincent? —le pregunto con molestia.

— ¡Oye!, esto no es mi culpa, es que ese imbécil…

—Ese imbécil estaba coqueteando conmigo, por lo que no era tu puto problema lo que hacía o dejaba de hacer conmigo pedazo de inepto —le ataco furiosa.

Todo iba de maravilla hasta que este granuja le diera un ataque de celos, golpeo al hermoso hombre que me estaba abordando. Obviamente, eso no quedo ahí, el hombre que sinceramente ni recuerdo su nombre se defendió, eso causo una revuelta a la que se unieron más personas hasta el punto que tuvieron que verse involucrados los guardias, y como por si no fuera suficiente llamaron a la policía. Así que ahora estoy encerrada en una m*****a celda con otros imbéciles, que por cierto están borrachos.

—Claro que me importa, tú habías salido conmigo —sus palabras me hacen soltar una carcajada.

— ¿Había salido contigo? ¿En qué momento fue ese que no me acuerdo? —le digo de la manera más fría que soy capaz de reunir—. Primero, yo llegué sola, y segundo yo no tengo nada que ver contigo.

—Eso es porque no me has probado querida… —dice con suficiencia, me acerco con calma hacia su lado, encontrándome con los barrotes, ya que nuestros lados están separados; diferenciando entre hombres y mujeres

— ¿Qué tonterías estás diciendo imbécil? Escúchame bien, y espero que te quede claro —me acerco hasta llegar hacia donde él se encuentra—, nunca estaré con un niño como tú que seguramente no sabe diferenciar donde se encuentra el puto clítoris. Yo necesito un hombre, no un niño que apenas está comenzando en la vida —observo con deleite como su rostro se contrae, con esto termino lo que iba a decir para posteriormente girarme de regreso adonde me encontraba anteriormente.

Comienzan a transcurrir las horas, debido a este comienzo a impacientarme. Puesto que nunca he frecuentado donde me encuentro actualmente, por lo que no entiendo el procedimiento. Según el conocimiento que tengo a raíz de tragarme todas las temporadas de “Chicago PD”. Estoy segura de que tengo la disponibilidad de hacer una llamada. Me acerco al borde de la celda, con la disposición de gritar mi deseo de una llamada.

— ¡No me pueden mantener aquí! ¡Tengo derecho a una llamada! —grito para que alguien me escucha, después de todo no hay nadie vigilando.

Decido esperar unos minutos para volver a gritar, espero pacientemente, pero nadie viene. Me comienzo a impacientar por lo que cuando estoy por gritar veo que abren la puerta, por ella entra un hombre alto de 1.85 centímetros aproximadamente. Mi boca se seca al ver a ese monumento de hombre, siento como cada de parte se acelera al ver cómo le queda él queda el uniforme.

— ¡Jodido infierno! —exclamo internamente al ver a ese hermoso hombre de ojos oscuros, y cabello castaño claro. Lo que me deja anonadada son esos penetrantes ojos oscuros, que para mi sorpresa no me recorren como esperaba que lo hiciera—, este hombre tiene que ser irreal. ¿Cómo puede ser tan malditamente ardiente? —susurro viendo cómo se acerca dándome una mejor vista de su atlético cuerpo.

— ¿Qué se le ofrece, señorita?

«¡Maldita sea!. Esa voz me incita de maneras indecibles, me provoca hacerle tantas cosas».

—Bueno… Ahora quiero cambiar mi pedido, ¿Sería posible que al salir de aquí vayamos a otro lugar solos tú y yo? —me encanta la reacción que obtengo de él, rompo esa faceta dura que mantenía por una de asombro.

«Este hombre será mío, tenga que hacer lo que tenga que hacer. No hay existido hombre que pueda escapar de las garras de Aubrey Knight».

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo