Capítulo 3

No puedo evitar encontrarme perdida en mis pensamientos a raíz de la bomba que me acaba de soltar Arlette, no puedo hacer nada sino preocuparme por ella. Lo que nunca me ha gustado de ella es que es muy inocente, cuando me entere de la jugada que uso su novio, ahora ex, para meterse en sus bragas me llene de furia.

¿Cómo vas a emplear algo tan bajo como el tiempo para tener relaciones con tu novia?, no entiendo como hay personas que se van por las ramas. ¿No es mejor decir de una vez que eres un imbécil que solo busca meterse en tu vagina?, no es mejor hablar de una puta vez con la verdad que querer convencer a los demás de ser alguien que no eres.

Lamentablemente, yo opté por no ir a esa salida, de otra manera eso nunca hubiese pasado, siempre me he sentido como su protectora.

No quiero que nadie le haga daño, tristemente justo en esa salida a la que no fui, es cuando él se aprovechó de mi ausencia para hacer de las suyas. Y claro, ella con el pánico de que él la dejara por alguien más acepto. 

¿Y cuál fue el resultado?, que ella quedó embarazada de un hijo de puta, que lo que menos hará es hacerse cargo de ese pequeño.

Hay un solo motivo que me hace que me enfurezca por completo. Y esa es, ver como una persona es capaz de jugar con otra de esa manera tan vil, es como si no considerara a la otra como un ser humano que también siente. Por eso nunca me cayó bien el tal Enzo.

Me pareció un bueno para nada, y lo comprobé cuando una semana después abandono a mi amiga para irse con una mujer adinerada.

Lo peor de todo es que puede ser muy adinerada, pero físicamente no es ni la mitad de hermosa que mi amiga. A veces no entiendo a los hombres, como pueden dejar una estabilidad, para irse detrás del primer coño que se les cruce, y ese traes ese tipo de beneficios se van corriendo inmediatamente detrás de este. Conclusión; Enzo es un canalla despreciable.

El mero hecho de ver su tristeza, porque después de todo ese tonto fue su primera vez. La mía no fue muy memorable, pero al menos esperaba que la suya si lo fuera. Lamentablemente, no todos obtienen lo que quieren, además de aprovecharse de eso ni siquiera fue atento.

Apenas acabo se largó, ese tipo de actitud despreciable es la que detesto. Él sabía que solo la quería para eso, pero ni aun así intento ser más atento, ya que él no puede venir a decirme a mí que no sabía que ella todavía mantenía su tarjeta “V”.

Observo como se aleja en la distancia, a pesar de que hice todo lo posible para que ella se sintiera mejor. No pude lograrlo, después de todo puedo comprender un poco lo que ella se encuentra sintiendo en estos momentos.

Solo cuando la veo girar en dirección a su área de trabajo es cuando me permito dirigirme hacia la mía.

Me siento en una de las sillas altas de la zona del bar, observo con tranquilidad el área de la piscina. Hoy el ambiente ha estado muy tranquilo, como por obra del destino, hoy ha habido muchos niños por todo el lugar, corriendo por todas partes con helados en sus manos. Sonrío al verlos jugar entre ellos.

Es lindo ver esa sonrisa inocente en sus rostros. Es como si nada fuera más importante que el hecho de salir a jugar con sus amigos.

«Ojalá siempre pudiéramos mantener esa inocencia, lamentablemente no es así, puesto que dé una u otra manera las personas del mundo terminan dañándonos».

En mi caso fue mi padre, el ilustre Uriel Kingston, dueño de una empresa al igual que esta; una cadena hotelera con negocios por todo el mundo. Desde que tengo razón nunca tuvimos una buena relación como padre e hija, siempre estuvimos en guerra, por una razón o por la otra. Siempre había algo que al señor Kingston no le parecía, nada de lo que hacía parecía ser suficiente para alcanzar sus elevados estándares.

Eso me hizo crear un odio sin saberlo, me fui alejando cada vez más de él. Hasta el punto de que éramos nada más que conocidos viviendo en la misma casa, ante los ojos del público somos una ilustre familia, nada más que sonrisas fingidas y abrazos ensayados.

Es increíble lo que son capaces de hacer las personas adineradas para mantener una fachada falsa. Quizás es por eso que odiaba ver a Enzo mostrando esa parte.

Yo, Aubrey Knight una mujer que se movía en los grandes círculos que se vio obligada por azares del destino a desligarse por completo de su parentesco familiar. He visto demasiado, hasta más de lo que debería haber visto, por lo que esas sonrisas falsas y conversaciones vacías son algo a lo que estoy acostumbrada.

Nadie es capaz de engañarme, por lo que he llegado a ser muy selectiva con las personas con las que me rodeo.

Aunque puedo decir sin temor a equivocarme que jamás me deje sobornar por ese alto mundo, el solo hecho de sentirme cómoda en mi situación actual es la mejor prueba. Trabajando ahora como barista en el área de la piscina de una conocida cadena hotelera, en un apartamento común, el cual no se encuentra muy lejos de mi lugar de trabajo. Me siento feliz justo como estoy ahora.

Me encuentro soltera, y estoy tranquila, así. No tengo que darle razones a nadie, me puedo acostar con quien yo quiera en cualquier puto momento sin miedo a nada. Se podría decir que llevo una vida de libertinaje, solo tengo una sola regla, no estar con personas casadas o con pareja, nunca he pasado por una situación así.

Pero, el solo hecho de pensar en que alguna mujer se encuentre llorando por mi culpa no me hace sentir muy bien que digamos.

Eso lo digo ahora, pero ese discernimiento que tengo ahora lo forje en relación con momentos desagradables que sufrí en el pasado y no precisamente las más bonitas. El día que decidí entregarme a alguien fue lindo al principio sí, pero después eso trajo consecuencias irreparables a mi vida que sinceramente trato de no recordar.

Salgo de mis pensamientos al ver que se encuentran acercándose algunos clientes del hotel, en la distancia puedo ver a un hermoso hombre de piel aceitunada y ojos azul oscuro que hace que todo en mi interior revolucione. El solo hecho de verlo hace que cierta parte de mí despierte, es como un deseo de querer poseer a ese hombre.

—Buen día, señorita, ¿Sería tan amable de facilitarme un Sprite? —me pregunta una madre que tiene a su hijo de la mano.

— ¡Claro que sí! —exclamo con una sonrisa mientras me dirijo hacia la máquina a mi espalda.

Tomo uno de los vasos de la encimera, para luego proceder a echar hielo en su interior a través de la máquina. Me dirijo hacia la nevera que no se encuentra muy lejos de donde estoy, de ahí tomo la bebida para luego facilitárselo a la señora con su hijo.

Aprovecho que la mujer se encuentra sirviendo su bebida para hacerle muecas al pequeño, eso hace que una hermosa sonrisa se manifieste en su rostro.

Observo de lejos como el hombre que vi antes se va acercando más a donde estoy, todavía no me ha prestado atención, pero aun así eso no impide que acomode en mi lugar. Paso suavemente mi mano por mi cabello, tono cobrizo, me llega exactamente por los hombros, acentuando las ondas en los extremos.

Tomo una posición seductora esperando ser vista, pero sus siguientes palabras derrumban cualquier deseo que pudiese haber nacido en mí.

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