Dashi
Mer y yo habíamos empezado a sacar todo desde comienzos de la noche anterior. Los baúles de mi señora estaban completamente empacados, por lo menos las cosas más importantes, y los soldados las tenían protegidas. En la mañana la sacerdotisa se había ido a la biblioteca, y tiempo después, como por obra de magia, había parecido a la puerta de mi habitación, Luther.
—Su princesa y usted corren peligro— me dijo directamente mirándome con sus ojos oscuros. No era un hombre que perdía tiempo, iba directo al grano.
—Lo sé...— le digo.
—El rey Kai sabe lo que vimos, y Pavel, ya debe saberlo y a empezar a tomar medidas desesperadas...— decía él.
—Tengo... que buscar a mi señora...— empiezo a decir desesperada pero él me toma el brazo con fuerza.
—El rey no le hará nada a ella, pero acabará con todos ustedes si no salen aquí ahora mismo. Ya sé que tienen todo preparado— Y sin mediar más palabras simplemente me jalas sacándome lo de la habitación.
—¡Señorita!— me dice con autor