— ¡Vaya dos veces en un mismo día! — Armando le servía otro café — ¿Un mal día?
— Más de lo que te imaginas — no solía hablar de los casos con nadie, pero Armando, era la excepción que confirma la regla.
— Me apetece un café doble, bien cargado — Armando lo observó con los ojos muy abiertos. No es que quisiera un café, simplemente es que la apetecía algo más fuerte y él sabía que era.
— Cúbreme — le hizo una seña a su compañero —, necesito unos minutos de descanso.
— Por supuesto jefe — Le sonrío con picardía.
— Ya sabes, cualquier cosa…
— Me busco la vida — sonrío mientras guiñaba un ojo.
— Buen chico — le respondió con el mismo guiño.
Armando le hizo un gesto para que lo siguiera, no hacía falta, se conocía el camino perfectamente. No era la primera vez que estaba allí, y tampoco sería la última; aunque prefería una habitación acogedora donde no hubiera más ruido que sus gemidos, donde existiera algo más de intimidad, un lugar donde ducharse y tumbarse a descansar. Pero necesitaba al