Capítulo diecisiete
Estaba frente a una puerta que ya conocía, esperó a que la mujer de servicio lo atendiera y lo dirigiera al salón, como lo hizo la otra vez. En esta ocasión estaban tanto la señora Diana cómo el señor Imanol, los dos lo esperaban de pie.

— Buenos tardes — dijo Freire —. Lamento llegar tarde.

— Y yo — respondió el señor Imanol con voz fría —, lamento verle en estas circunstancias, sin embargo, necesito confirmar que lo que aquí se cuente no salga de este lugar.

— ¿Disculpe? — Había tratado más veces con gente adinerada, pero después de ver la buena disposición de Diana, no se imaginó que su marido pondría cláusulas a su reunión —. Esto es una investigación, soy detective no un periodista. Toda la información que pueda encontrar se verá reflejada en un informe policial.

— Debe tener en cuenta mi posición social — levantó un poco el mentón intentando mostrar superioridad —. No debe descubrirse que mi hijo ha estado jugando con drogas, mi posición se vería afectada.

— Señor Álvarez — cogió
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