Relata Alex:
Estaba nervioso, no lo podía negar, era el día de mi matrimonio.
No era lo que esperaba, no era como lo esperaba, pero no estaba arrepentido de lo que estaba a punto de hacer, no tenía dudas por casarme con esa mujer, solo que, me hubiera gustado tener la oportunidad de ofrecerle algo mejor y no casarnos así, con una simple firma en un ayuntamiento.
Pero, las cosas se dieron de esta manera y lo más importante, era que, sin importar la circunstancia, ella sería mía.
Caminaba de un lado a otro, gruñía a cada minuto, mi padre me refunfuñaba a cada rato por mi actitud. Pero ¿Qué más podía hacer?.
Ava no llegaba y era tarde, ¡Traía más de quince minutos de atraso! Y lo peor, no me contestaban las llamadas, ni ella, ni su abuelo.
— Alex, ¿Podrías calmarte? Me tienes nervioso con esa pasadera de un lado para otro, ¡Vas a terminar por abrir una zanja, muchacho!. — Mi padre seguía quejándose.
— ¡¿Cómo quieres que me calme?! ¡¿Y si les pasó algo?! ¡¿Y si se arrepintieron?