—¿De qué te estas riendo? —Dice claramente ofendido.
—Lo siento… lo siento mucho. —Digo tratando de calmar mi risa mientras limpio una lagrima que se escapó de mi ojo y respiro profundo —. Enserio que haces buenos chistes. Especialmente porque sí intentaste tu plan, pero este nunca tuvo éxito, —lo veo fijamente mientras mantengo una sonrisa maligna que lo hace tensarse —, debido a que ya no compartes lazos con nosotros.
—¡No me vengas con eso! —Grita con ira e indignación —. Tengo acciones en esta empresa, ignorante, eso significa que tengo lazos.
Cierro los ojos mientras mantengo la sonrisa y chasqueo los dedos para que Gio lo explique por mí.
—Contrato prenupcial, página 3, párrafo 2, sección 5; condiciones de traspaso de acciones. —Dice Gio captando mi orden mientras lee el contrato en su Tablet —. Obviando el hecho de que usted recibió las acciones de su esposa debido a su conocimiento comercial, la condición para mantenerlas a su nombre según esta sección es que usted le fuera completamente fiel, ya que, si se encuentra algún tipo de evidencia de infidelidad, todo pasaría a manos de su esposa de forma inmediata.
—No le he sido infiel en ningún momento. —Dice seguro de sí mismo.
—Eso solo lo dice porque no ha revisado el archivo frente a usted. —Digo seguro, soltando la mano de Mena para volver a tomar mi taza con té.
Debido a mi advertencia, el hombre toma la carpeta con papeles dentro que está desde el inicio de la reunión, y al abrirla, se queda totalmente petrificado. No estoy muy seguro de lo que contiene, pero si Gio ha hablado de la cláusula de infidelidad es por algo. No tengo que ser un genio para unir los puntos cuando lo veo caer derrotado, y dando el último sorbo a mi té, suelto la taza sobre el platico y aplaudo llamando la atención de todos.
No estoy seguro de todo lo que pasó porque a veces Gio no me dice como logra que mis planes tengan éxito, pero desde que le dije que me quería librar de este tipo uso todo tipo de conexiones e información para cumplir mi capricho y encontrar un hueco en los planes de él para que yo tenga éxito, todo con tal de proteger aquello que me legó mi padre. En verdad, tengo la suerte de contar con él y su lealtad. Me cuida tan bien que lo considero un segundo padre, y por eso confío tanto en él.
—Ahora que ya hemos descubierto que el señor no tiene conexiones con la empresa y ningún tipo de poder, ¿quién está de acuerdo con sacarlo permanentemente de la mesa de accionistas y socios? —Propongo levantando mi mano y todos apoyan mi noción dejando al hombre más pálido de lo que ya está —. Bien, por voto unánime usted queda fuera de la empresa con efecto inmediato.
—¿Cómo es esto posible? —Dice totalmente fuera de sí, aun no pudiendo asimilar que lo acaba de perder todo.
—Estamos haciendo lo que usted propuso, —hablo llamando su atención mientras me pongo de pie y pongo las manos en los bolsillos —, nos estamos deshaciendo de aquellos parásitos para invertir en una mejor opción con ganancia a futuro. —Sonrío malicioso y miro mi reloj —. Ahora, tiene 10 minutos para sacar sus cosas de la oficina. Y claro que con esto doy por terminada la reunión. —Digo caminando hacia la salida acompañado de Mena y Gio, quien me abre la puerta para salir primero, pero antes de hacerlo me giro hacia el hombre que se atrevió a retarme —. Por cierto, tenga en cuenta que un líder se hace, pero si nace, la tierra tiembla porque nunca podrá vencerlo. —Sonrío seguro saliendo de la sala de juntas con la frente en alto, y sintiendo a mis cortos 12 años, que he ganado una batalla más a mi lista.
Camino a paso seguro hacia la salida del edificio donde labura mi empresa, siendo seguido solamente por mi secretario Gio y mi sirvienta Mena. Nadie más se atrevería a acercarse a nosotros debido a que no confío en nadie más que no sean ellos, y si quieren conservar su empleo, tienen que obedecer estas sencillas reglas de no acercarse a mí cuando estoy en la empresa.
Sencillo y seguro, tanto para mis empleados como para mí.
Llego a la parte de afuera del edificio donde me espera Theo, mi chofer, junto al auto que me llevará de vuelta a casa. Apenas estamos frente al hombre, este abre la puerta dispuesto a dejarme subir primero, pero me volteo a ver a Gio antes de entrar, quien me devuelve la mirada con curiosidad.
—¿Volverás temprano a casa? —Pregunto serio, pero sintiendo mi cara calentarse de la vergüenza porque no quiero que se dé cuenta de que lo espero para jugar en la consola juntos.
—Si, joven amo. Llegaré a tiempo para que juguemos juntos. —Dice tranquilo, sonriendo de forma amable, cosa que solo hace conmigo.
—Solo lo digo porque estoy preocupado. —Digo avergonzado porque me descubrió y aclaro mi garganta —. Te esperamos en casa. —Hablo subiendo al auto con las mejillas sonrojadas.
Desde dentro puedo observar a Gio y Mena hablar. Ella sonríe divertida, viéndose muy tierna para lo… única que puede llegar a ser. No logro escuchar bien lo que se dicen, pero si tengo que adivinar, puedo suponer que están hablando de mí. No de forma en que un empleado hablaría de su jefe, porque ellos se han convertido en mi única familia.