Llegamos alrededor del mediodía. Antes de bajarnos del auto, me dio un largo beso y me preguntó:
- ¿Aún quieres tu paga, Vivian?
- Sí, Eduardo.
Abrió el compartimiento de un automóvil y sacó un pequeño joyero. Se abrió y había una gargantilla de plata. Nicolás quitó mi colgante, regalado hace casi ocho años, y se lo colocó a ella, entregándomelo.
- Tu parte. - el dice.
Volví a mirar mi colgante. La llave en forma de trébol que abrió su corazón volvió a ser mía. Nicolás lo tomó de mi mano y lo cerró alrededor de mi cuello.
- Gracias. dije emocionada. - Esto es muy importante para mi.
- Para mí también... Por eso recuperé mi parte. Porque mi corazón siempre será tuyo... y de nadie más.
- Qué bueno que el tiempo nos volvió a juntar... No sabría vivir sin ti, Nick.
- Yo tampoco lo haría sin ti, reina del drama.
Lo abracé fuerte y luego dije:
- Necesito ayuda para salir del coche.
Me ayudó a bajar y me acompañó hasta la puerta de la casa. Tan pronto como lo abrí, Otto se acercó a nosotros: