Así que dejé de ir a Manhattan esa noche para estar con mi familia. Y fue solo mi decisión. ¿Me arrepiento? No.
Pero tampoco he podido disculparme con Otto por todo lo que he hecho. O incluso darle las gracias por estar siempre ahí con nosotros. Fui malo para disculparme. Más aún en admitir mis errores. Pero lo importante fue lo que sentí en ese momento: gratitud y amor, por mi familia... Tal como eran.
El lunes, cuando llegué a la escuela, antes de entrar al salón de clases, encontré a Alissa y Val en el pasillo.
- ¿Por qué no fuiste? preguntó Alissa. – ¿Te castigaron? ¿Qué paso?
Dani se me acercó por detrás y me abrazó por detrás, dándome un beso. Puse mi mano en su brazo.
- No, no me castigaron. - Yo hablé. – Decidí pasar un sábado con la familia.
- ¿No puedes hacer eso en otro momento? ¿Por qué el sábado por la noche?
- Y si te digo que nunca hubo un momento así, ¿lo creerías?
Ella sonrió:
- ¿Que pasa contigo? Este momento no incluye a Otto, ¿verdad?
- Incluye. Puse mis manos fren