30. Noche de traiciones y secuestros
Quien sostiene tu vida entre sus manos, decide también tu destino.
El viñedo estaba sumido en un silencio que parecía eterno, solo roto por el susurro del viento recorriendo los barriles de vino y los senderos entre los árboles. La noche era fría y clara, y cada hoja que crujía bajo los pies de los trabajadores se sentía amplificada en la vastedad de la propiedad.
Valentina caminaba con paso decidido cerca de la casa principal, revisando algunas notas sobre los movimientos de los aliados y los preparativos de seguridad. Sus manos sostenían un cuaderno lleno de esquemas y estrategias, mientras su mente repasaba posibles vulnerabilidades que Luca y ella habían discutido durante el día. La intuición la alertaba, un nervio invisible le decía que algo no estaba bien, pero el sonido lejano de los grillos y la aparente calma de la noche la tranquilizaban… momentáneamente.
De pronto, un crujido entre los arbustos la hizo detenerse. Sus ojos se estrecharon, intentando detectar cualquier sombra