Lucas llevó a Tatiana de vuelta a la sala y la engatusó pacientemente para que se durmiera antes de salir en silencio de la sala. Su prudencia y paciencia me hizo doler el corazón.
Le seguí y observé que conducía hasta el centro comercial cercano. Entró directamente en una pastelería y se puso a la cola. Esta tienda era popular y le pedí varias veces que viniera conmigo. Todas las veces se negaba indignado y comentó que yo era estúpida por hacer tanta cola para un trozo de tarta.
Esta vez lo hizo por voluntad.
Cuando le llegó el turno, el empleado sonrió y le dejó elegir. Lucas estaba tumbado en el mostrador, con una expresión de dulzura indescriptible.
—Es alérgica al mango y a las cerezas, el chocolate también es demasiado dulce para ella. La de fresa ya hemos probado hoy, ¿otra recomendación?
Me dolía el corazón. Era cierto que uno se reía a carcajadas cuando estaba demasiado triste. Nunca solía acordarse de mis gustos, y cuando me compraba pasteles por capricho, siempre me tocaba a